domingo, 17 de julio de 2011

DESDE MI VENTANA

Vemos y oimos muchas cosas. Pero no siempre atendemos a todas. Incluso, a veces, nos fijamos en lo nimio, olvidando lo importante. Siempre podemos aprender a hacer las cosas mejor. 

DÍA 17 DE JULIO DE 2011

He vuelto a ver a las dos señoras de ayer, casi en el mismo sitio. Esta vez, una de ellas estaba sentada en un banco, situado bajo un enorme llorón, y, por lo tanto, a la sombra. La otra, acababa de llegar, marcando el compás de su andar, al son del bastón que llevaba en su mano derecha. Pero hoy, no les he dicho nada, no les he saludado. Por varias razones. Me encontraba a una cierta distancia y no era el caso de gritar para comunicarme con las dos amigas, que como todos los días se disponían ir al club de jubilados a pasar un rato y a tomarse un café en amigable compañía.  

Además, había otra razón. En uno de los balcones cercanos, se asomaba a la calle un perro negro, que ladraba sin parar. No sé, si era un simple ladrido de defensa de su territorio o era simplemente la forma “perruna” de comunicarse con sus dueños, que introducían alguna cosa en el maletero de su coche. Tal vez, los dueños del perro se preparaban para irse de vacaciones y pensaría el animal que le iban a dejar solo. No lo sé. Quizás, el perro con sus ladridos anunciaba a sus dueños que se habían olvidado algo importante en el piso. Tampoco lo sé. O quizás, sin más, el perro ladraba porque es lo que mejor saben hacer los perros. En todo caso, en estos pensamientos me iba yo entreteniendo, y ellos fueron causa o al menos ocasión, que no saludara a las amigas que se disponían ir al Club de Jubilados. Si se dieron cuenta de mi falta de atención, lo ignoro. Este detalle me hace recordar que todas las personas que pasan o están junto a nosotros, merecen ser atendidas. Es más, debemos preocuparnos menos de los perros que ladran a nuestro paso que de las personas con las que nos topamos. Y a propósito de los ladridos, recuerdo que mi difunta abuela, cuando era niño y asustado llegaba a casa diciendo que el perro del vecino me había ladrado, ella me decía: “José María, no te asustes que “perro ladrador, poco mordedor”. Con esta sencilla sentencia, yo quedaba absolutamente tranquilo. Y desde entonces, me he fijado que normalmente los perros más pequeños son los que más ladran. Y que cuando te acercas a ellos, se acobardan y se echan hacia atrás. Luego he leído otras explicaciones más sabias. Aquí te copio una: “Cuando alguien dice perro ladrador poco mordedor lo que quiere decir es que los que mucho hablan, poco hacen. También se suele decir, que a alguien se le va la fuerza por la boca, queriendo expresar precisamente eso. Hay gente que es experta en hablar y hablar y hablar, amenazar, etc., pero que a la hora de la verdad, no cumplen nada de lo que dicen".



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1 comentario:

Mercedes dijo...

D Jose maria me he enterado que ester y tambien anonimo estan ya en pamplona espero que pontro le pongan cosa
De lo que dice de su abuela perro ladredor... la mia decia lo mismo
me queda de lo que he leido que tenemos que ser cariñosos y amables con las personas
del vidio de san Josemaria me ha gustado mucho

su feligresa meme