¿EXCEPCIÓN Ó REGLA?
Algunos días de invierno, aunque en duración,
en horas, son como todos, sin embargo se nos hacen mucho más largos, tanto que
parece que nunca se acaban.
En esos días, no vemos salir el sol por la
mañana, ni lo vemos ocultarse por la tarde. Todo el día es lo mismo: cielo gris
“panza de burra” y calles brillantes a causa de la lluvia. Da igual que sean
las diez de la mañana, que las doce de medio día, que las seis de la tarde, todo
el día es igual.
Tan es igual, que el desayuno parece comida y
la comida merienda. Solo la cena se distingue un poco del resto de las horas. Y
se distingue, porque a esas horas, un manto negro oculta las horas grisáceas de
todo el día.
Hasta los pájaros lo acusan. Y lo acusan las
plantas y lo acusan los colombios de las plazas. No hay niños que juegen en
ellos, ni padres que acompañan a sus hijos más pequeños. Todo es distinto, y
todo es diferente.
Por eso, tengo lástima de esos países en los
que siempre es invierno, siempre es de noche, siempre es todo igual. No me gustaría
vivir en esos lugares, me llenaría de tristeza.
En nuestra tierra es distinto: hay días
grises, pero es una excepción, allí, en esos países donde no me gustaría vivir,
es la regla. La diferencia es considerable.
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