DIA 8 DE NOVIEMBRE DE 2011
CARTA DE NOVIEMBRE (I)
Comparto contigo, amigo lector, esta carta escrita por Mons. Javier Echevarría.. Hoy, te ofrezco una parte, seguiré los próximos días.
Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
Con el mes de noviembre, la Iglesia nos invita a levantar la mirada más allá del horizonte terreno. La solemnidad de Todos los Santos, que hoy celebramos y, mañana, la conmemoración de los fieles difuntos, nos hablan de que Dios nos ha creado para servirle y alabarle en la tierra y gozar de Él eternamente en el Cielo. La vida terrena, por larga que sea, se queda en un brevísimo instante en comparación con la eternidad. Enseña uno de los salmos: ¡el hombre! Como el heno son sus días: florece como flor silvestre; sobre él pasa el viento y no subsiste, ni se reconoce más su sitio. Pero la misericordia del Señor dura desde siempre y para siempre con los que le temen[1]. Muchas veces he oído comentar estas palabras a nuestro Padre, coronándolas con el vultum tuum, Domine, requiram![2].
Comparto contigo, amigo lector, esta carta escrita por Mons. Javier Echevarría.. Hoy, te ofrezco una parte, seguiré los próximos días.
Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
Con el mes de noviembre, la Iglesia nos invita a levantar la mirada más allá del horizonte terreno. La solemnidad de Todos los Santos, que hoy celebramos y, mañana, la conmemoración de los fieles difuntos, nos hablan de que Dios nos ha creado para servirle y alabarle en la tierra y gozar de Él eternamente en el Cielo. La vida terrena, por larga que sea, se queda en un brevísimo instante en comparación con la eternidad. Enseña uno de los salmos: ¡el hombre! Como el heno son sus días: florece como flor silvestre; sobre él pasa el viento y no subsiste, ni se reconoce más su sitio. Pero la misericordia del Señor dura desde siempre y para siempre con los que le temen[1]. Muchas veces he oído comentar estas palabras a nuestro Padre, coronándolas con el vultum tuum, Domine, requiram![2].