domingo, 30 de junio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

BODAS DE ORO SACERDOTALES


Ayer, 29 de junio, solemnidad de san Pedro y de y San Pablo, celebré los 50 años de mi ordenación sacerdotal. Por circunstancias, que no son del caso, tuve que celebrar tres Misas. Lo consideré un regalo de Dios. En las tres me fijé de modo especial en la oración que después del Cordero de Dios, o mientras los fieles lo recitan, reza el sacerdote en secreto.
Es está:
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.