SI A MI ME HAN
PERSEGUIDO
TAMBIÉN OS PERSEGUIRÁN A VOSOTROS
Hay una razón
más para pensar que sea de nuevo el momento de abandonar con audacia lo que hay
de mundano en la Iglesia. Lo que no quiere decir retirarse del mundo.
Una
Iglesia aligerada de los elementos mundanos es capaz de comunicar a los hombres
-tanto a los que sufren como a los que los ayudan- precisamente en el ámbito
social y caritativo, la fuerza vital especial de la fe cristiana. (...) Sólo la
profunda relación con Dios hace posible una plena atención al hombre, del mismo
modo que sin una atención al prójimo se empobrece la relación con Dios.
Estar
abiertos a las vicisitudes del mundo significa por tanto para la Iglesia
"desmundanizada" testimoniar, según el Evangelio, con palabras y
obras, aquí y ahora, la señoría del amor de Dios. Esta tarea, además, nos
remite más allá del mundo presente: la vida presente, en efecto, incluye la
relación con la vida eterna. Vivamos como individuos y como comunidad de la
Iglesia la sencillez de un gran amor que, en el mundo, es al mismo tiempo lo
más fácil y lo más difícil, porque exige nada más y nada menos que el darse a
sí mismo. Benedicto
XVI, 25 de septiembre de 2011.
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