Y ME HABLO LA MADERA
Al
entrar hoy en el templo, he notado un olor fuerte a barniz. Era el último toque
que acababan de dar al retablo. Y aunque habían estado las ventanas abiertas
toda la noche, el olor a barniz seguía presente en el ambiente.
Como
todos los días inicié mi oración de la mañana. Traté de recoger mi espíritu y me
atención, pero una vez más volví a oír en mi interior la voz de Santa Teresa
que me hablaba. Abrí los ojos. Y como en otras ocasiones, presté atención a sus
palabras. Dijo:
“A los pocos días de la escena que te
contaba el día pasado llegaron para trasladarme de aquel lugar donde había nacido,
vivido tantos años y descansado la última etapa de mi vida, a otro lugar
desconocido, inseguro, lejano, ¡quién sabe dónde!.
PARA ESCUCHAR