domingo, 18 de enero de 2015

VIEJOS ESCRITOS

Y ME HABLO LA MADERA

Al entrar hoy en el templo, he notado un olor fuerte a barniz. Era el último toque que acababan de dar al retablo. Y aunque habían estado las ventanas abiertas toda la noche, el olor a barniz seguía presente en el ambiente.
Como todos los días inicié mi oración de la mañana. Traté de recoger mi espíritu y me atención, pero una vez más volví a oír en mi interior la voz de Santa Teresa que me hablaba. Abrí los ojos. Y como en otras ocasiones, presté atención a sus palabras. Dijo:

“A los pocos días de la escena que te contaba el día pasado llegaron para trasladarme de aquel lugar donde había nacido, vivido tantos años y descansado la última etapa de mi vida, a otro lugar desconocido, inseguro, lejano, ¡quién sabe dónde!.

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