viernes, 24 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

CUATRO HORAS DE TIEMPO


Un día más me propongo escribir del tiempo. No del tiempo que pasó, ni del tiempo que vendrá, sino del tiempo “in actu”, del tiempo en este momento. Aunque, bien pensado, lo que me propongo es  cosa arto difícil.

Apenas quiero escribir del tiempo presente, cuando me doy cuenta, que ya es tiempo pasado y que el futuro que sueño, se hace enseguida presente y al momento pasado.

Dejando aparte estas disquisicciones, escribiré algo sobre el tiempo presente, enjaulado en esta mañana de enero. Y más en concreto, de esta mañana que va de nueve, que fue la hora en que salí a la calle, hasta la una, que es la hora en que he vuelto a casa.

Pues bien, a lo largo de estas cuatro horas, aquí, en mi barrio, en mi ciudad, el tiempo ha sido plano, monótono, invernal, gris. Pequeñas gotas, calabobos que dicen, han aterrizado en las baldosas blancas con franjas rojas de mi calle.

El viento suave, rizoso, llano juguetea con las cosas y personas. Nada de vendaval, nada de huracán, nada escandaloso, es un viento cercano, cariñoso, amigo. El cielo totalmente apagado, silencioso, mustio. La naturaleza muda, expectante, seria.

Así dibujaría yo estas cuatro horas de tiempo: horas serenas, húmedas, silenciosas, llenas de espera.


PARA ESCUCHAR