DÍA 10 DE OCTUBRE DE 2011
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Ayer, domingo, cuando volvía a la Iglesia, después de haber celebrado la Misa de diez, me encontré con una señora, que haciendo tiempo, caminaba por la plaza situada cerca del templo parroquial. Caminaba despacio, cuidando de apoyar bien los pies en el suelo y no tropezar en las piedras. Para ello, además del esmero en las pisadas, se ayudaba de un bastón, externamente llamativo.