El nombramiento que había recibido del Obispo
de Palencia, era el siguiente: “Capellán de Minas y Coadjutor de la Parroquia
de Santo Tomás de Barruelo de Santullán”.
Al ser nombrado Capellán de Minas de Barruelo
y Coadjutor de la Parroquia, para algunas cosas dependería del Director de
Minas y para otras del Párroco del pueblo.
Don Manuel Palacios, que así se llamaba el
Párroco, como ya he apuntado más arriba, al día siguiente de presentarme ante
él, me dijo que sería conveniente visitar al Director de Minas cuanto antes y
que él me acompañaría.
El día 11 un poco después de las doce,
llegamos al Despacho del Director de Minas. Nos recibió con gran amabilidad. Después de los saludos de rigor, brevemente, me informó de cuales eran mis obligaciones y también cuales eran mis derechos como
Capelán de Minas.
Estas eran las obligaciones: atender espiritualmente
a las Hermanas de la Caridad y a los Hermanos Maristas, Colegios que dependían económicamente
de Minas de Barruelo; visitar si hiciera falta a mineros heridos en los pozos y
estar en contacto con la Empresa. Y poco más.
Como prestaciones, Minas se comprometía a
pasarme un sueldo mensual, por cierto, superior al que percibían entonces los
sacerdotes; me proporcionaba casa donde
vivir, con gastos de agua, luz y carbón pagados; asistencia de médico y practicante de la
Empresa; y además, podría acudir al economato de Minas, abierto para sus
empleados, para adquirir alimentos a precios más baratos.
Mañana hablaré de la casa.