viernes, 27 de septiembre de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

PINTURA DE VERJA Y REJAS


Como venía diciendo, Oscar comenzó a pintar las verjas de nuestra casa. Las verjas de la calle. Eligió un color distinto al que tenía. El color antiguo era negro brillante, fuerte, llamativo. El color elegido ahora, era más suave, un gris granulado.

Además de la verja de la calle, había que pintar las rejas de las tres ventanas de abajo, más grandes y las tres ventanas de arriba, más pequeñas. Había que pintarlas por fuera y por dentro. Y había que dar, al menos, dos manos.

Pintar rejas y verjas es una labor delicada, monótona y pesada. Hay que proceder con orden, tacto y sosiego. Pues bien, todo esto lo hacía de maravilla Oscar, “el chiguito” como familiarmente le llamábamos.

Por la mañana, a la sombra, se trabajaba mejor. Por la tarde, en pleno agosto y con un sol de justicia, la labor era más dura. Esta, además de otras razones que no es el momento de explicar, hizo que la pintura de la verja y de las rejas de las ventanas llevara más tiempo.

Pintar la verja era, por otra parte más asequible, que pintar las rejas. La verja se podía pintar desde el suelo, para pintar las rejas había que utilizar escalera. Escalera plegable que Oscar trajo de su casa.

Lo que no se acordó de traer fue visera para protegerse del sol. Fue por eso, que Merche le regaló una visera que hacía algunos años había traído de Pamplona.

(seguirá)


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