MI PRIMER SERMÓN DE “CAMPANILLAS”
Fueron pasando los meses. Y llegó la fiesta de
Santo Tomás, Apóstol, Patrón de la Iglesia Parroquia de Barruelo, entonces se
celebraba el 21 de diciembre.
Don
Manuel, un mes antes, me había indicado que el sermón de Santo Tomás, este año,
me correspondí a mi. Acepté la propuesta y comencé a prepararme con tiempo.
Iba a ser aquel mi primer sermón de “campanillas”.
Por lo que puse gran ilusión en prepararlo, le dediqué el tiempo necesario, y
esperé con ilusión aquella fecha. Al fin, llegó.
En el Seminario nos habían enseñado que un
buen sermón tenía que tener varias partes. Lo primero había que darle un título. Luego
había que escoger un texto bíblico y comenzar con él. A continuación, había que
desarrollar el tema. Para ello, había que elaborar una introducción, construir
un cuerpo ordenado de mensaje, con divisiones y subdivisiones, para presentar
al final una conclusión sencilla y fácil
de recordar por los oyentes.
Con esto ingredientes, comencé días antes a
preparar el sermón del día del Patrono. Acudí a la protección divina, me informé, utilicé materiales, traté de inspirarme, me hice ciertas
preguntas, escribí un bosquejo de sermón, lo memoricé lo mejor que pude y
esperé el día. Y llegó el día.
Ofició la Misa Don Manuel ayudado de varios
acólitos. Yo era el predicador. Subí al púlpito e hice lo que pude. Terminé sin
que recibiera ninguna amonestación. Luego Don Manuel, ya a solas, me dijo: “Muy
bien”. No recuerdo nada de lo que dije.