JUEVES SANTO 2014
Oración para el
lavatorio de los pies del Jueves Santo,
por Javier Leoz
A VUESTROS
PIES, HERMANOS
Me rendiré, como sacerdote,
para recordarme a mí mismo
que, un sacerdocio sin obras,
son palabras que tal vez disipa el
viento
Que una entrega clavada y escrita en
discursos
exige como broche de oro el amor.
Un amor que es sacrificio y
sufrimiento,
pasión, incomprensión e incluso
rechazo.
¡A vuestros pies, hermanos!
Me inclinaré como cristiano
Sabiendo que, si digo ser de Cristo,
he de descender a la realidad del
que llora
o desde la pobreza añora una mano
amiga
¡A vuestros pies, hermanos!
Derramaré el agua de mi tiempo
cuando, la soledad que a tantos
atenaza,
reclame mi atención, mi presencia o
mi consejo
Enjugaré, con
las lágrimas de mi compasión,
cuando encuentre peregrinos que han
perdido el norte
almas que, por
el camino, quedaron tibias
corazones que,
en tantas traiciones,
quedaron enfundados en el pesimismo
o el desamor
¡A vuestros pies, hermanos!
Caeré envuelto con la toalla de mi
comprensión
ataviado con
el traje del que sirve más y mejor
fortalecido
con la jofaina de la oración
enriquecido con el agua de la fe
empujado con
las armas de la oración
¡Sí! ¡A vuestros pies, como Jesús!
Me inclinaré para, en esos pies
sufrientes
encontrar las huellas de un Dios
invisible pero visible
triunfante pero presente en la
humanidad doliente
celeste pero abrazado al hombre bajo
mil cruces
¡A vuestros pies, hermanos!
Dirigiré mis
ojos, mis manos y mi corazón
Mi ojos para
ver en ellos el rostro de Cristo
Mis manos, para ser testigo de la fe
y del Evangelio
Mi corazón,
para no quedarme disfrazado en palabras
Gracias, Señor, porque al buscar mis
pies
me indicas y sugieres el camino que
he de seguir
para amarte, servirte y ofrendarte
mi vida entera:
¡EL AMOR QUE SE DA CAYENDO A LOS
PIES DE LOS DEMÁS!
PARA ESCUCHAR