viernes, 3 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

BODAS DE ORO SACERDOTALES
(34)


Esta es la última fotografía de la serie de fotos que pasaron antes de comenzar la celebración de las Bodas de Oro Sacerdotales. También fue la segunda. Repito lo que aquel día escribí:

La segunda fotografía corresponde a mis padres: Pedro y Mercedes. Al fondo de la fotografía, un tanto desdibujada, se percibe su casa. Era obligado traer en primer lugar, en fecha tan señalada, a mis padres y su hogar. A ellos les debo la vida, la formación cristiana y humana, y también la vocación sacerdotal. Gracias padres por todo.

Mi padre, fue labrador de origen, más tarde vendedor de frutas y otros productos, al final, otra vez, trabajador del campo. Siempre contento y feliz con su trabajo.

A lo sesenta años se jubiló y disfrutó con los suyos de un periodo largo de descanso, bien merecido y bien ganado. Leyó libros y leyó prensa. También rezó con piedad.

Hombre serio, noble, responsable, trabajador, discreto. Entregado a su esposa e hijos siempre. Terminó su peregrinación por esta vida, a los noventa años, en Pamplona, lleno de paz y consuelo.

Mi madre, hija de panaderos y también labradores. Fue siempre, esposa fiel, entregada a su esposo e hijos en cuerpo y alma. El cuidado del hogar fue su pasión.

Pasó siempre, en segundo plano, oculta, discreta y humilde. Preocupada por su esposo y sus hijos hasta el final. Piadosa y rezadora. Buena madre. Gozó con su esposo de una larga ancianidad. Ocupada en cosas del hogar y con el pensamiento en el cielo.

Terminó sus días en los brazos de Dios, Nuestro Padre, recién cumplidos los ochenta y ocho años, en Pamplona. 

¡Que en paz descansen!