jueves, 28 de octubre de 2010

SEMANA DEL T. O.
VIERNES
SAN LUCAS 14, 1-6

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK http://www.hijodedios.org/


Un sábado, entró él a comer en casa de uno de los principales fariseos, ellos le estaban observando. Y resultó que delante de él un hombre hidrópico. Y tomando la palabra, les dijo Jesús a los doctores de la Ley y a los fariseos:
—¿Es lícito curar en sábado o no?
Pero ellos callaron. Y tomándolo, lo curó y lo despidió.
Y les dijo:
—¿Quién de vosotros, si se le cae al pozo un hijo o un buey, no lo saca enseguida en día de sábado?
Y no pudieron responderle a esto.

También entre los fariseos tenías amigos, Señor. En realidad Tú eras amigo de todos, también de los fariseos. Un día, uno de estos, te invitó a “comer a su casa”. Otros fariseos te estaban observando. A decir verdad, les tenías inquietos, preocupados. Habías desajustado sus formas de vida, sus enseñanzas, sus leyes. Estaban inquietos y te seguían con ganas de pillarte en algún renuncio.

Allí, delante de Ti, estaba un hombre hidrópico, un enfermo. Parecía un cebo para que picaras. Tú, que tanto querías a los enfermos y por los que te compadecías tan fácilmente, pues ¡hala!, un enfermo a tus pies.

Entonces Tú, Señor, con elegancia y majestuosidad, con el manto desplegado y tu semblante sereno y dominante, te dirigiste a los viejos doctores de la Ley y al grupo de los fariseos allí presentes y ¡zas!, ¿es lícito curar en sábado o no?

Les habías cogido una vez más con el pie cambiado. No supieron qué decir. Callaron. Quizás hubo alguna mueca sorda por lo bajo, o algún runrún acusador entre dientes, pero lo que se dice hablar, ni palabra. Todos callaron.

Tú, entonces, tomando la cabeza del enfermo entre tus manos, lo curaste. Quizás le diste algún consejo y una suave palmadita en la espalda. Y él te diría, sin duda, gracias. Y Tú, sin más, le despediste.

Luego, mirando despacio, con amor a los presentes, dijiste: ¿quién de vosotros, si se le cae al pozo un hijo, o un buey, no le saca enseguida el día de sábado? Nadie dijo nada. Es decir, no pudieron rebatir el argumento presentado por Ti, Señor. Estoy seguro que la comida fue muy entretenida.