miércoles, 27 de octubre de 2010


.... BAJO SUS ALAS

TRIGÉSIMA SEMANA DEL T. O.

JUEVES
SAN LUCAS 13, 31-35

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK
http://www.youtube.com/watch?v=MG-KBDHtd-Q


En aquel momento se acercaron algunos fariseos diciéndole:
—Sal y aléjate de aquí, porque Herodes te quiere matar.
Y les dijo:
—Id a decir a ese zorro: “Mira: expulso demonios y realizo curaciones hoy y mañana, y al tercer día acabo. Pero es necesario que yo siga mi camino hoy y mañana y al día siguiente, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén”. »¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y lapidas a los que te son enviados. Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina a sus polluelos bajo las alas, y no quisiste! Mirad que vuestra casa se os va a quedar desierta. Os aseguro que no me veréis hasta que llegue el día en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor.

Señor, en el corazón del hombre, desde que Adán desobedeció el mandato de tu Padre Dios, anida un germen de maldad. Germen que se manifiesta en gritos de soberbia y en acciones de venganza. Soberbia contra el Creador y venganza contra sus criaturas. Es así desde el principio.

“En aquel momento se acercaron algunos fariseos” y te dijeron que salieras de allí, que te alejaras de aquellas tierras, que el rey Herodes quería acabar contigo: quería vengarse de Ti y terminar con tu vida. Herodes: prototipo del hombre alejado de Dios y borracho de venganza. Herodes: retrato del hombre enemigo de Dios.

Tú, Señor, agradeciendo a aquellos fariseos, al parecer amigos tuyos, les dijiste que comunicaran a Herodes —al malvado Herodes— que tenías poder para eludir sus golpes, para realizar si fuera necesario un milagro y para seguir tu camino y morir donde quisieras, cuando quisieras y como quisieras.

Revelador fue el sentido que diste a tu vida y a tu muerte. Copio del Catecismo de la Iglesia Católica: “Tú, Señor, aceptaste libremente tu pasión y tu muerte por amor a tu Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar: Nadie Te quita la vida, Tú la das voluntariamente (Jn. 10,18). De aquí tu soberana libertad cuando Tú mismo Te encaminas hacia la muerte .

El fracaso de tu misión ante los judíos es sólo aparente, pues llegará el momento en que Te confiesen como el Mesías que iba a venir. Tú lo dijiste: “Bendito el que viene en nombre del Señor”.