lunes, 7 de octubre de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


EL VIEJO RINCÓN Y LA 

PEQUEÑA VERJA


Nuestra casa tiene una sencilla verja. Tras la verja un pequeño espacio. Este espacio está embaldosado. Con el agua y el polvo las baldosas van tomando color negro obscuro. Hay que limpiarlas de vez en cuando. Tarea esta que realizamos en vacaciones.

No es fácil hacer bien esta tarea. Se necesitan herramientas adecuadas de las que no disponemos. Una simple escoba de abaleo, y abalea que te abalea, al fin algo se consigue. Y las baldosas, poco a poco, van dando la cara.

Por este espacio de la verja, cuando el sol aún no pega fuerte o ya se ido al caer la tarde, se puede pasear y leer, o leer y pasear que viene a ser lo mismo. Cuando algún paisano pasa por la calle y te saluda, gentilmente le devuelves el saludo y sigues leyendo.

¡Cuántos libros habré leído paseando por esta verja en lo largos años de mi vida! 

No el momento de recordar títulos, ni las hazañas en estos libros contadas, ni citar alguno de sus pensamientos, baste agradecer su trabajo y conocimientos, hechos letras. ¡Gracias a todos!


A veces, en esta verja, hemos organizado sencillas tertulias nocturnas. Eran en esas noches de verano, después de un largo día de calor, y llegaban esos momentos en los que el aire fresco animaba a la conversación.

Sencilla verja de casa, contemplada por el escudo de nuestros apellidos, colocado en la pared, entre ventanas. Hoy desde la distancia, añoro el silencio y candor de esta pequeña verja de la casa de mi pueblo.