DÍA 24 DE AGOSTO DE 2011
Hoy quiero contar una sencilla experiencia. Una experiencia que nos señala que los cristianos, también los sacerdotes, podemos ser anunciadores de la Buena Nueva, en todo momento, en todos los lugares, también en la calle.
Puede hacer tres o cuatro años. Paseaba por los alrededores de la Parroquia. Era por la tarde. Un viento suave y fresco soplaba del norte. Pero como lucía un hermoso sol, no se notaba demasiado el frío. De todas formas, los que aquella tarde paseábamos por el paseo del grupo Ezcaba, aprovechábamos los lugares de sol.