viernes, 21 de enero de 2011

SEGUNDA SEMANA DEL T. O.

SÁBADO
SAN MARCOS 3, 20-21

http://www.youtube.com/watch?v=QkkfnOyZS78
CON UN SOLO GOLPE DE CLIK

Entonces llegó a casa; y se volvió a juntar la muchedumbre, de manera que no podían ni siquiera comer. Se enteraron sus parientes y fueron a llevárselo porque decían que había perdido el juicio.

Habías comenzado, Señor, tu vida pública, con entusiasmo y grandeza. Muy pronto llamaste a recios y nobles pescadores para que fueran contigo. Era necesario formar un grupo de discípulos, que años después continuaran tu labor en la tierra. Ellos te querían. Tú estabas a gusto con ellos, aunque a veces tuvieras que repetirles mil veces las cosas. Pasabais mucho tiempo juntos.

De vez en cuando, Señor, te retirabas a descansar, a reponer fuerzas. La labor era enorme, las aldeas muchas y la mies abundante. Y aunque eras fuerte e incansable, a veces, sentías sed y notabas cansancio.

Necesitabas descansar, pero no era fácil. La gente, al enterarse donde estabas, se acercaba hasta Ti rápidamente. Eran muchedumbre los que se arremolinaban junto a Ti. Querían verte, oírte, hablar contigo, pedirte algún favor. Y Tú, Señor, que eras amable y complaciente, también querías atenderlos. “Por eso ni siquiera teníais tiempo para comer”.

Algunos de tus parientes vivían preocupados por Ti, Señor. Te habían conocido siempre tan callado, tan obediente, tan sencillo, tan tranquilo, que no podían comprender lo que pasaba a tu alrededor y no podían entender que siempre estuvieras rodeado de personas y de gentío.

Por eso, un día, quizás llenos de cariño, llegaron, no sé cuantos, hasta donde Tú estabas, con intención de llevarte, a un sitio donde estuvieras tranquilo, seguro. Quizás a tu propia casa, donde habías vivido durante años y donde ahora todavía vivía tu madre; o tal vez a alguna de sus casas, menos conocidas, más discretas donde pudieras pasar desapercibido.

Algunos incluso pensaban que no estabas bien, “que habías perdido el juicio”, que necesitabas cuidados.

Algo serio debiste decirles, Señor a tus parientes, por que ni te llevaron de allí ni te presentaron alternativa alguna. Tú habías venido a cumplir la voluntad del Padre y a estar en sus cosas.