viernes, 12 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

MI PRIMER FELIGRÉS

AYUNTAMIENTO DE BARRUELO DE SANTULLÁN

Se oyó el silbido de salida. El tren comenzó a moverse. Lentamente primero, más rápido después. Estamos en los primeros años de la década de los sesenta. El hombre más joven del departamento me preguntó: -Qué, ¿va muy lejos?. Le respondí que hasta Aguilar. Pues, hasta allí voy yo también, me dijo. Me alegró el hecho.

El matrimonio mayor no habló nada. La mujer se entretenía ordenando un pequeño bolso que sostenía entre sus manos. El hombre, a pesar del ruido del tren y de nuestra conversación, dormitaba pacientemente.

-Qué, volvió de nuevo a hablar el hombre más joven: ¿Es usted cura nuevo? Le dije que sí. Que me había ordenado en el Seminario de Palencia, el pasado 29 de junio, festividad de San Pedro y San Pablo. Y le dije también, que me dirigía a Barruelo, para presentarme al párroco, ya que me habían nombrado Coadjutor de dicho pueblo.

¡Cuánto me alegró!, terció el hombre joven. Yo vivo en Barruelo y conozco mucho a Don Manuel Palacios, el que va a ser su párroco. Hablo mucho con él y le ayudo en lo que puedo en mis ratos libres. 

Me alegró de nuevo este hecho. Y comencé a mirar aquel hombre, con cierta simpatía. Y comencé a pensar en los mineros de los que me había hablado mi padre, de modo distinto.

- Qué, intervino otra vez el hombre más joven: ¿Le apetece un cigarrillo? Mientras él hablaba, sacó su petaca, su librillo y su mechero. Le dije que no fumaba y le dí las gracias.

(Seguiré mañana)