MI PRIMER FELIGRÉS
Se oyó el silbido de salida. El tren
comenzó a moverse. Lentamente primero, más rápido después. Estamos en los
primeros años de la década de los sesenta. El hombre más joven del departamento me preguntó: -Qué,
¿va muy lejos?. Le respondí que hasta Aguilar. Pues, hasta allí
voy yo también, me dijo. Me alegró el hecho.
El matrimonio mayor no habló nada. La mujer se
entretenía ordenando un pequeño bolso que sostenía entre sus manos. El hombre, a pesar del ruido del tren y de nuestra conversación, dormitaba pacientemente.
-Qué, volvió de nuevo a hablar el hombre más
joven: ¿Es usted cura nuevo? Le dije que sí. Que me había ordenado en el Seminario de Palencia, el pasado 29
de junio, festividad de San Pedro y San Pablo. Y le dije también, que me dirigía a Barruelo,
para presentarme al párroco, ya que me habían nombrado Coadjutor de
dicho pueblo.
¡Cuánto me alegró!, terció el hombre joven. Yo
vivo en Barruelo y conozco mucho a Don Manuel Palacios, el que va a ser su
párroco. Hablo mucho con él y le ayudo en lo que puedo en mis ratos libres.
Me alegró de nuevo este hecho. Y comencé a
mirar aquel hombre, con cierta simpatía. Y comencé a pensar en los mineros de los que me había
hablado mi padre, de modo distinto.
- Qué, intervino otra vez el hombre más joven:
¿Le apetece un cigarrillo? Mientras él hablaba, sacó su petaca, su
librillo y su mechero. Le dije que no fumaba y le dí las gracias.
(Seguiré mañana)
1 comentario:
QUE BONITO Y AGRADECIDO EL QUE NOS CUENTE USTED ESTAS COSAS TAN ENTRAÑABLESLE SIGO CON MUCHO INTERES Y CON MUCHA EMOCION
ESPERO LO DE MAÑANA
SU FELIGRESA
MEME
Publicar un comentario