Y ME HABLÓ LA MADERA
El hombre del
calzón verde y blusa negra se dirigió a los dos jóvenes y les dijo: es éste. Y
me señaló a mí. Y siguió: tratádmelo bien. No le hagáis daño. Procurad que no
sufra. Sobre todo en el traslado, porque en su interior, estoy seguro, lleva
una imagen fina y delicada.
Esta
observación me llenó de alegría y me dio tranquilidad y ánimos. Sabía que iba a
sufrir un nuevo traslado pero me consolaba que iba a ser realizado con delicadeza
y esmero, lo que me llenaba de paz y de felicidad.
Y en
esos momentos, comencé a sentir que algo hermoso iba a brotar de dentro de mí y
me puse orgulloso. Cuando quise darme cuenta, los cuatro hombres habían desaparecido.
Otra vez solo y a esperar...
PARA ESCUCHAR