miércoles, 28 de julio de 2010

DÉCIMA SÉPTIMA SEMANA DEL T. O.

JUEVES
SAN MATEO 13, 47-53

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK  
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»Asimismo el Reino de los Cielos es semejante a una red barredera que se echa en el mar, recoge toda clase de cosas. Y cuando está llena la arrastran a la orilla, y se sientan para echar lo bueno en cestos, mientras lo malo lo tiran fuera. Así será al fin del mundo: saldrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos y los arrojarán al horno del fuego. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto? — Si — le respondieron: Él les dijo: —Por eso, todo escriba instruido acerca del Reino de los Cielos es como un hombre, amo de su casa, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas. Cuando terminó Jesús estas parábolas se marchó de allí.

Si las labores del campo eran conocidas por Ti, Señor, no lo eran menos las del ambiente de los pescadores. Junto a redes llamaste a algunos de tus discípulos, entre barcas y remos hiciste muchos milagros; desde la orilla del mar predicaste tu mensaje; anduviste por sus aguas, calmaste las tempestades. Agua, barcas, redes.

La “red barredera” es esa red que “recoge toda clase de peces”. Así es el Reino de los cielos. Como una enorme red donde caben todos los hombres de la tierra. Y, cuando la red está llena, la arrastran a la orilla. Entonces viene la elección: los buenos y los malos.

Así será al fin del mundo. Cuando la red de la historia se acabe y terminen las faenas, quedará el trabajo de la selección. Llegarán los ángeles, separarán “a los malos de entre los justos”. Tú, Señor, sabrás cómo será aquello. Nosotros no podemos imaginarlo.

Lo del horno de fuego, lo del llanto y el rechinar de dientes se engancha en mi entendimiento como la maleza del mar entre las redes del pescador. Parecen algo inútil, pero allí están. ¡Qué misterio, Señor! Los discípulos a la pregunta: ¿Habéis entendido todo esto?, dijeron que sí.

Mientras llega esa hora, intentaremos cumplir la última recomendación: sacar del tesoro cosas nuevas y cosas antiguas. Como un buen hombre, como un buen amo de su casa.