viernes, 28 de mayo de 2010

OCTAVA SEMANA DEL T. O.

SÁBADO
SAN MARCOS 11, 27-33

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Llegan de nuevo a Jerusalén. Y mientras paseaba por el Templo, se le acercaron los príncipes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le dijeron:
—¿Con qué potestad haces estas cosas?, o ¿quién te ha dado tal potestad para hacerlas?
Jesús les contestó:
—Os voy a hacer una pregunta. Respondedme, y os diré con qué potestad hago estas cosas: el bautismo de Juan ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme.
Y deliberaban entre sí: Si decimos que del cielo, replicará: “¿Por qué, pues, no le creísteis? Pero ¿vamos a decir que de los hombres? Temían a la gente; pues todos tenían a Juan como a un verdadero profeta. Y respondieron a Jesús:
—No lo sabemos.
Entonces Jesús les dijo:—Pues tampoco yo os digo con qué potestad hago estas cosas.

Otra vez en Jerusalén. De nuevo en el Templo. En el Templo te encontrabas, Señor, con la grandeza divina y con la miseria humana. En el templo pedías y curabas; bendecías y escuchabas. En el Templo vivías contento con Dios y hacías felices a los hombres.

Los sacerdotes, los escribas y los ancianos te seguían. Hasta allí llegaron. Y te preguntaron de dónde te venía esa potestad para realizar las cosas que hacías. Tú, Señor, les respondiste con otra pregunta: decidme: ¿el bautismo de Juan era humano o divino?

Y ellos, después de analizar el asunto durante un rato, te dijeron: no lo sabemos. Contestación que encerraba dos cosas: ignorancia o malicia; ignorancia porque debían saberlo; o malicia, porque sabiéndolo mentían.

Entonces Tú, Señor, descubriste su intención. Era como decir: lo sabéis, pero no queréis responder; lo sabéis pero carecéis de valor para manifestar la verdad. Por lo tanto, no merecéis contestación. No os voy a decir con qué potestad hago estas cosas. Y nadie dijo nada. Todos se fueron acobardados, mustios.

Tú, Señor, quiero pensar, seguirías en el Templo pidiendo al Padre-Dios, por todos los cobardes de la historia, por todos los envidiosos del mundo, por todos los insatisfechos y atolondrados.