“SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS”
Pasó la primera semana de vacaciones. Del
mismo modo, "mutatis mutandis", transcurrieron las siguientes. Por eso, para no
caer en inútiles repeticiones, en los blogs siguientes, recordaré algunas cosas
concretas que realizamos esos días.
Comienzo por el desguace. Teníamos dos
sillones de una antigua sala de estar, que después de años habían dado con sus
huesos en el patio de casa. Estaban viejos, sucios y además estorbaban.
Por eso, un día -la operación la habíamos
pensado muchas veces-, nos decidimos a
desguazarlos. Merche y yo, armados de martillo y hacha, comenzamos la faena.
Hacia sol aquella tarde. Serían las cinco de
la tarde. La hora de las faenas de los toreros. Martillazo por aquí, hachazo
por allá. En poco más de una hora uno de los sillones quedó para el arrastre.
A decir verdad, la faena fue laboriosa.
Vueltas, golpes, rasgones, cortes, sacudidas. Al fin, el
primer sillón quedó hecho añicos. Nos costó –en frase de Winston Churchill- “sangre, sudor y lágrimas”.
Habíamos triunfado. Como premio vuelta al ruedo y dos orejas para cada uno de
los diestros que intervinimos aquella tarde la plaza del patio de nuestra casa.