miércoles, 6 de octubre de 2010


PEID Y SE OS DARÁ


VIGÉSIMA SÉPTIMA SEMANA DEL T. O.
JUEVES
SAN LUCAS 11, 5-13

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK
http://www.opusdei.es/art.php?p=40715

Y les dijo:
—¿Quién de vosotros que tenga un amigo y acuda a él a media noche y le diga: “Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío me ha llegado de viaje y no tengo qué ofrecerle”, le responderá desde dentro: “No me molestes, ya está cerrada la puerta; los míos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos? Os digo que, si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos por su importunidad se levantará para darle cuanto necesite.
»Así, pues, yo os digo: pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y a quien llama, se le abrirá. ¿Qué padre de entre vosotros, si un hijo suyo le pide un pez, en lugar de un pez le da una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le da un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?

Señor, a lo largo de tu vida apostólica, fuiste enseñando a tus discípulos a hacer oración. Les enseñaste con tu ejemplo —tantas veces te vieron, retirado en un lugar solitario— a hacer oración, que aprendieron de ti a realizarla. También les enseñaste las palabras que había que balbucear en esos ratos de amistad con Dios. Hoy quisiste señalar su eficacia.

Y, como era costumbre, acudiste a la vida ordinaria de los hombres. Y hablaste del amigo que acude a su amigo a media noche; de cómo le pide un favor; de la resistencia del amigo a dárselo; de la insistencia del otro en pedirlo, de la concesión al fin para quedar en paz y seguir el sueño. Y del hecho concreto, pasaste a la categoría, “hay que pedir”.

Hay que pedir para recibir; hay que buscar para encontrar; hay que llamar para que se nos abra. Siempre ha sido así, en la vida humana y también en la divina: el que busca encuentra, al que llama se la abrirá.

Y seguiste con otro ejemplo. Ahora del padre que es llamado por el hijo. El padre siempre acude a la llamada. Siempre socorre, siempre ayuda, siempre responde. A veces, se adelanta, siempre comprende, en ocasiones hasta se pasa.

Pues mejor actuará Dios, porque Dios es el único bueno. Si los hombres —que a veces son malos— actúan con generosidad, cuanto más y mejor actuará Dios, nuestro Padre del cielo, que siempre es generoso; que siempre obra bien.

A lo largo de los siglos, Señor, has recibido muchas peticiones; a tu corazón habrán llamado miles de personas, miles de corazones buscando alegría y consuelo. Y aunque siempre has sido generoso con todos, dadivoso en atenciones, tu corazón sigue lleno de amor, tu corazón permanece siempre a la espera.