EL MERCADILLO Y LA CESTA
Todos los sábados del año, en aquello
tiempos, como ahora, se celebraba un
mercadillo generalista en Barruelo de Santullán. Su ubicación era la Plaza
España. Allí llegaban vendedores de distintos puntos de la provincia de
Palencia y de otras provincias.
Esperábamos ese día con gran ilusión. Y no es
porque nos interesase comprar los productos allí ofrecidos o porque nos agradase contemplar los puestos
de mercancías allí instalados. No. La razón era otra, más sencilla y familiar.
Me explicaré: A este mercadillo generalista,
entre los vendedores que acudían, estaban unos primos nuestros procedentes de Villasarracino,
que cuidadosamente montaban su puesto de ventas de legumbres y otros alimentos
de uso común.
Pues bien. Cuando llegaban al mercado mis
primos, poco después allí estábamos nosotros para saludarlos y para recoger una
cesta que mis padres les habían dado la tarde anterior para que nos la entregaran
a nosotros.
En la cesta venían diferentes cosas: desde
alubias blancas, hasta ciruelas claudias, desde queso de oveja, a chorizo
picante. Y lo que no faltaban nunca eran docenas de huevos frescos. Era el
aguinaldo que casi todos os sábados nos mandaban nuetros padres.
Y con naturalidad, allí, en el mercadillo, mientras
la gente observaba y compraba, nosotros recogíamos la cesta que cuidadosamente,
la llevábamos a casa para que una vez vaciada, devolverla al punto de origen.
Mercadillo y cesta: dos palabras inolvidables.