domingo, 4 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


EL MERCADILLO Y LA CESTA 


Todos los sábados del año, en aquello tiempos,  como ahora, se celebraba un mercadillo generalista en Barruelo de Santullán. Su ubicación era la Plaza España. Allí llegaban vendedores de distintos puntos de la provincia de Palencia y de otras provincias.

Esperábamos ese día con gran ilusión. Y no es porque nos interesase comprar los productos allí ofrecidos  o porque nos agradase contemplar los puestos de mercancías allí instalados. No. La razón era otra, más sencilla y familiar.

Me explicaré: A este mercadillo generalista, entre los vendedores que acudían, estaban unos primos nuestros procedentes de Villasarracino, que cuidadosamente montaban su puesto de ventas de legumbres y otros alimentos de uso común.

Pues bien. Cuando llegaban al mercado mis primos, poco después allí estábamos nosotros para saludarlos y para recoger una cesta que mis padres les habían dado la tarde anterior para que nos la entregaran a nosotros.

En la cesta venían diferentes cosas: desde alubias blancas, hasta ciruelas claudias, desde queso de oveja, a chorizo picante. Y lo que no faltaban nunca eran docenas de huevos frescos. Era el aguinaldo que casi todos os sábados nos mandaban nuetros padres.

Y con naturalidad, allí, en el mercadillo, mientras la gente observaba y compraba, nosotros recogíamos la cesta que cuidadosamente, la llevábamos a casa para que una vez vaciada, devolverla al punto de origen.

Mercadillo y cesta: dos palabras inolvidables.