jueves, 6 de mayo de 2010

QUINTA SEMANA DE PASCUA

VIERNES
SAN JUAN 15, 12-17

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Éste es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros, en cambio, os he llamado amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca, para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Esto os mando, que os améis los unos a los otros.

Este es mi mandamiento que os améis unos a otros como yo os he amado. Amarnos unos a otros como Tú, Señor, nos has amado. Meta alta, sublime, maravillosa. ¡Pero cuánto nos cuesta cumplir este mandato! ¡Cuánto nos cuesta, Señor!

Nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos. Dar la vida, de una vez, materialmente; o poco a poco en un desgaste continuo. Dar la vida por los amigos y también por los enemigos, es muestra de amor.

Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que Yo os mando. Ayúdanos, Señor, a hacer lo mandado y ayúdanos luego a poder decir: siervos inútiles somos. Hacer lo mandado. ¡Qué dicha hacer lo mandado! ¡Cuánto nos gustaría hacer más cosas; hacerlas mejor; proyectar nuevas empresas, realizar nuevos proyectos, hacer lo mandado mejor!

Somos amigos tuyos, Señor, que conocen la voluntad del Padre; amigos que conocen los senderos del Reino. Así de hermoso, así de bonito, amigos de Dios; conocedores —en la medida de lo posible— de los secretos de Dios.

Aquella noche en la que tus discípulos estaban unidos, les dijiste: no sois vosotros los que me habéis elegido, soy Yo quien os he elegido; y os he destinado para que vayáis y deis frutos y vuestro fruto dure. Elección, misión, frutos.

Lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dará. A veces, parece que todo está escrito, marcado; que nada puede ocurrir de otra manera, que existe la buena y la mala suerte. De acuerdo. Pero también existe el trabajo constante y la gracia de Dios.