CONFESIONES DE NIÑOS
EN BARRUELO DE SANTULLÁN
EN BARRUELO DE SANTULLÁN
Don
Manuel, en este tema, como en tantos otros, nos dio buen ejemplo. Todos los días dedicaba
algún tiempo a atender confesiones. Y todos
los días, unos más otros menos, acudía gente a reconciliarse con Dios.
¡Cómo no recordar aquellos estupendos ratos de confesonario en los que iban pasando, uno tras otro, todos los chicos y chicas de los Colegio y de las Escuelas!.
"... Pasó el tiempo. Fui a buscar fortaleza en los barrios más pobres de Madrid. Horas y horas por todos los lados, todos los días, a pie de una parte a otra, entre pobres vergonzantes y pobres miserables, que no tenían nada de nada; entre niños con los mocos en la boca, sucios, pero niños, que quiere decir almas agradables a Dios.
;Qué indignación siente mi alma de sacerdote, cuando dicen ahora que los niños no deben confesarse mientras son pequeños! ;No es verdad! Tienen que hacer su confesión personal, auricular y secreta, como los demás. ;Y qué bien, qué alegría!
Fueron muchas horas en aquella labor, pero siento que no hayan sido más. Y en los hospitales, y en las casas donde había enfermos, si se pueden llamar casas a aquellos tugurios... Eran gente desamparada y enferma; algunos, con una enfermedad que entonces era incurable, la tuberculosis”.