miércoles, 2 de febrero de 2011

CUARTA SEMANA DEL T. O.

JUEVES
SAN MARCOS 6, 7-13

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK
http://www.youtube.com/watch?v=-beQzp9T1Ts&feature=related


Y recorría las aldeas de los contornos enseñando.
Y llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles potestad sobre los espíritus inmundos. Y les mandó que no llevasen nada para el camino, ni pan, ni alforja, ni dinero en la bolsa, sino solamente un bastón; y que fueran calzados con sandalias y no llevaran dos túnicas. Y les decía:
—Si entráis en una casa, quedaos allí hasta que salgáis de aquel lugar. Y si en algún sitio no os acogen ni os escuchan, al salir de allí sacudíos el polvo de los pies en testimonio contra ellos. Se marcharon y predicaron que se convirtieran. Y expulsaban muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Un día, cuando te pareció bien, Señor, llamaste a tus discípulos para que estuvieran junto a Ti. Y poco después los enviaste a predicar de dos en dos. Les dijiste que les delegabas la autoridad que Tú tenías sobre los espíritus inmundos. Ellos, aturdidos, aceptaron tus órdenes, siguieron tus consejos, con el fin de ayudarte a extender el Reino.

No sabemos ni cuántos ni quiénes fueron elegidos, ni cómo se hizo la elección. Sí sabemos que salieron de dos en dos y que les encargaste que llevaran para el camino un bastón y nada más. Un bastón era poca cosa, pero era defensa, era mando, era apoyo; un bastón era poca cosa, pero era autoridad.

Y les dijiste que no llevaran ni pan ni alforja, ni dinero suelto en la faja; es decir, que no se preocupasen del hoy —del pan de cada día— ni del pan de mañana, ni de la alforja del futuro; ni llevasen dineros en la faja —solución humana a los conflictos—. Pero, eso sí, que llevasen sandalias, —para caminar—; pero no túnica de repuesto.

Y antes de iniciar la marcha les diste, Señor, unas advertencias precisas. Les dijiste que en la casa que entraran, allí se quedaran hasta terminar la tarea. Y si en algún lugar no les recibían o no los escuchaban, que se fueran a otro, pero que antes sacudieran el pol-vo de los pies, como prueba de su culpa.

Ellos, felices, salieron a predicar la conversión: ¡qué cosa más difícil! Y echaron muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. Iban como Tú, Señor, haciendo el bien y predicando la Buena Nueva.