jueves, 11 de noviembre de 2010

BUITRE EN VUELO
TRIGÉSIMA SEGUNDA SEMANA DEL T. O.

VIERNES
SAN LUCAS 17, 26-37

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK
http://www.youtube.com/watch?v=VBqEoWkEitY

Y como ocurrió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del Hombre.
Comían y bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el diluvio e hizo perecer a todos. Lo mismo sucedió en los días de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, plantaban y edificaban; pero el día en que salió Lot de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y los hizo perecer a todos. Del mismo modo sucederá el día en que se manifieste el Hijo del Hombre. Ese día, quien esté en el terrado y tenga sus cosas en la casa, no baje por ellas; y lo mismo, quien esté en el campo, que no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien pretenda guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará viva. Yo os digo que esa noche estarán dos en el mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado. Estarán dos moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada. (...)
Y a esto le dijeron:
—¿Dónde, Señor?
Él les respondió:
—Dondequiera que esté el cuerpo, allí se reunirán los buitres.

Tus conversaciones y tus enseñanzas guardan, como es lógico, una correcta unidad. Nosotros, a veces, tenemos que partirlas, por necesidad de tiempo, de espacio, o simplemente por conveniencia. Es el caso del texto de hoy. Para entenderlo y seguirlo mejor conviene leer de nuevo el de ayer.

El tema de ayer, tu próxima venida. Hoy hablaste del tiempo de Lot, y del castigo posterior. Y hablaste de los terrados y de la planta baja de la casa.

Y pronunciaste una sentencia al parecer contradictoria: “quien pretenda guardar la vida la perderá; quien la pierda la conservará viva”. No eran juegos de palabras, ni adivinanzas. Era tu programa.

Ante tus sentencias y enseñanzas, nadie abría la boca. Silencio, extrañeza, misterio. Las palabras caían en el corazón y allí enraizaban; las palabras caían en la cabeza, y allí crecían. Y Tú seguías y seguías. Y todos callaban.

Sólo al final, después de discurso tan fuerte, como en tropel, unos y otros, todos dijeron: ¿Dónde, Señor? Y Tú: dondequiera que esté el cuerpo, allí se reunirán los buitres. Un nuevo enigma: el cuerpo y los buitres.

Y quizás aquí está la lección: el misterio, la fe, la confianza; el seguirte a Ti: perder la vida, para alcanzar la vida.