miércoles, 6 de marzo de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS



UN FUERTE ABRAZO

Me habían encargado realizar una pequeña gestión. Para ello, necesitaba el teléfono fijo o móvil de la persona a quien tenía que dirigirme. Como no disponía de ninguno de estos teléfonos, acudí a un intermediario. Generosamente me proporcionó el móvil de la persona con la que deseaba conectarme. Esto ocurrió el jueves por la tarde.

Al día siguiente martes, después de celebrar la Misa de doce, en la que pedí insistentemente por la elección del nuevo Vicario de Cristo en la tierra, me dispuse a llamar a la persona de la que deseaba obtener un favor.

Tomé mi móvil, marqué los nueve números de rigor, y de inmediato me contestó una tenue voz, con tono suave, de suerte que me dio la impresión que se encontraba geográficamente lejos de mi.

Me presenté. Le dije quién era y qué quería; y sin más, le pedí el favor deseado. Noté que algo pasaba, porque no conectaba con mi propuesta. Él, amablemente, me dijo: “He notado, por tu voz, que me llamas desde Pamplona. Yo estoy en Madrid. Creo que te has equivocado de “hombre”.

Recité número por número su móvil (era el que me habían dado el día anterior), a lo que me dijo. “Pues no. Ni una en el clavo. De todas formas un saludo muy cordial. También yo soy de Pamplona”.

Me disculpé, como pude y cerré la conversación con un: !Adiós, un fuerte abrazo”, a lo que el “hombre desconocido”, a la sazón residente en Madrid, respondió: “Igualmente. Un fuerte abrazo”.

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