martes, 24 de febrero de 2015

VIEJOS ESCRITOS

Y ME HABLÓ LA MADERA
A la mañana siguiente, lo primero que hice al levantarme, fue mirar al cielo y dar gracias por el nuevo día. 
Me gustaba asomarme a la ventana y dar gracias por el sol y el viento, por las gentes que cruzaban la calle, por los trabajadores, por los niños, por la alegría y por la esperanza; por todo, porque todo es bueno.

A las nueve ya estaba otra vez en el templo. Me preparé para “tratar de amistad” con quien sabía me esperaba. Y no tardó en golpear mis oídos la voz acostumbrada. 
Oí que me decía: “Como decíamos ayer..., al principio no sabia hacer otra cosa que hablarme a mi mismo. Así estuve varios días desde la última visita. Pasados las primeras emociones me tranquilicé. Y me exigí a mi mismo, tranquilidad, sosiego y dar tiempo al tiempo. 
Así pasé -no sé cuantos días- un tiempo no muy largo. Permanecí sosegado e inmóvil, tranquilo, esperando. Al fin, un día, de par de mañana, comencé a oír de nuevo voces. Primero lejanas, después más próximas y, finalmente, a dos pasos de donde yo estaba. 
PARA ESCUCHAR
https://www.youtube.com/watch?v=ten-Z3B78aE