lunes, 15 de abril de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS



PARÁBOLA DE LA ALDEANA

Dicen que hace mucho tiempo, vivía en un pueblo una aldeana muy hermosa. Todos querían esposarla pero ella sentía que nadie le aseguraba verdadero amor.
Así, se le acercó el mercader más rico diciéndole: “Te amaré a pesar de tu pobreza”. Pero como en sus palabras no encontró verdadero amor prefirió no casarse.

Después se le acercó un gran general y le dijo: “Me casaré contigo a pesar de las distancias que nos separen”. Pero tampoco aceptó la hermosa aldeana.
Más tarde se le acercó el emperador a decirle: “Te aceptaré en mi palacio a pesar de tu condición de mortal”. 

Y también rehusó la muchacha a casarse porque tampoco veía en él un amor desinteresado.
Hasta que un día se le acercó un joven y le dijo: “Te amaré a pesar... de mí mismo”. Y como en sus palabras encontró un amor verdadero y sincero, optó por casarse con él.

Nosotros, ¿buscamos a Jesús por tener “pan” que nos aproveche, cosas materiales, y pensamos conseguirlas una fórmula mágica que nosotros llamamos “oración”, o bien lo hacemos por amor, de forma desinteresada?
Señor, quiero quererte “por ti”, “a pesar de mí mismo”, hacer las cosas por Ti, por agradarte a Ti, con la alegría de un buen hijo que intenta hacer las cosas lo mejor que puede, poniendo los cinco sentidos en esa labor, por amor, por cumplir tu voluntad como nos dices hoy: «Obrad no por el alimento que perece sino por el que perdura hasta la vida eterna.»

Ayúdame, Jesús, a obrar con rectitud de intención; es decir, con la intención recta, con la intención correcta, porque es la que perdura, porque es la Tuya. Ayúdame a buscar en todo momento tu voluntad, y a ponerla en práctica con todo el entusiasmo posible (P. Cardona).