HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO
EN LA PARROQUIA DE LOS SANTOS ISABEL Y ZACARÍAS
Cuando
María conoció la noticia que sería madre de Jesús, también el anuncio de que su
prima Isabel estaba embarazada, dice el Evangelio, se fue con prontitud. No
esperó, no ha dicho: ahora yo estoy embarazada, debo tener cuidado con mi
salud, mi prima tendrá amigas que quizá le ayudarán. Ella escuchó algo y se fue
con prontitud. Es bonito pensar esto de la Virgen, de nuestra madre, que va con
prontitud porque tiene esto dentro. Ayudar, va para ayudar, no va para decirle
a la prima: ahora mando yo porque soy la madre de Dios. No, no ha hecho eso. Ha
ido a ayudar. Y la Virgen siempre es así, es nuestra madre que siempre viene
con prontitud cuando nosotros lo necesitamos. Sería bonito añadir a las
letanías de la Virgen una que diga así: "Señora que va con prontitud, ora
por nosotros". Es verdad eso ¿no? Porque ella va siempre con prontitud.
Ella no se olvida de sus hijos, y cuando sus hijos están en dificultad, tienen
necesidad y la invocan, ella va con prontitud. Y esto nos da una seguridad, una
seguridad de tener la madre al lado, junto a nosotros, siempre. Se camina mejor
en la vida cuando tenemos a la madre cerca. Pensemos en esta gracia de la
Virgen, esta gracia que nos da de estar cerca de nosotros pero sin hacernos
esperar, siempre, ella es, tengamos confianza en esto para ayudarnos. La Virgen
que siempre va con prontitud, por nosotros. También la Virgen nos ayuda a
entender bien a Dios, a Jesús, a entender bien la vida de Jesús y la vida de
Dios; a entender bien qué es el Señor, cómo es el Señor, quién es Dios.