jueves, 8 de enero de 2015

VIEJOS ESCRITOS

Y ME HABLÓ LA MADERA


Pero un día, pasó por allí un señor vestido de pana, llevaba calzado alto, gorro en la cabeza y un bastón en la mano. Se acercó hasta mí en ademán de saludo, pero tras apartar una rama que se enroscaba en mi talle, me marcó con un pequeño punzón cortante en mi corteza. 

Sentí un ligero cosquilleo, casi imperceptible. No entendí que era lo que había hecho aquel hombre. 

El, antes de marcharse, volvió a mirarme, pasó las yemas de sus dedos por la pequeña señal y sin otro gesto, se alejó. Nunca más volví a ver a aquel paisano.

Pasaron las horas. Llegó de nuevo la tarde, la noche y las sombras apagaron mis pensamientos. Aquella noche soñé con viajes y aventuras, con gentes y con fiestas, Algo extraordinario adivinaba iba a ocurrir en mi vida. No sabía que iba a suceder conmigo, pero vislumbraba acontecimientos extraordinarios. Quería explicármelo pero acerba a hacerlo.