lunes, 1 de noviembre de 2010

TRIGÉSIMA PRIMERA SEMANA DEL T. O.
PROBANDO LA YUNTA DE  BUEYES
MARTES
SAN LUCAS 14, 15-24

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK http://www.youtube.com/watch?v=VJEpN4QwRk0

Cuando oyó esto uno de los comensales, le dijo:
—Bienaventurado el que coma el pan en el Reino de Dios.
Pero él le dijo:
—Un hombre daba una gran cena e invitó a muchos. Y envió a su siervo a la hora de la cena para decir a los invitados: “Venid, que ya está todo preparado”. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: “He comprado un campo y tengo necesidad de ir a verlo; te ruego que me des por excusado”. Y otro dijo: “Compré cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas; te ruego que me des por excusado”. Otro dijo: “Acabo de casarme, y por eso no puedo ir”. Regresó el siervo y contó esto a su señor. Entonces, irritado el amo de la casa, le dijo a su siervo: “Sal ahora mismo a las plazas y calles de la ciudad y trae aquí a los pobres, a los tullidos, a los ciegos y a los cojos”. Y el siervo dijo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio”. Entonces dijo el señor a su siervo: “Sal a los caminos y a los cercados y obliga a entrar, para que se llene mi casa. Porque os aseguro que ninguno de aquellos hombres invitados gustará mi cena”.

Cuando Tú, Señor, hablabas, uno de los comensales oyó la advertencia que le habías hecho a aquel “amigo anónimo”, al amigo que te había invitado a comer; y le pareció atinada y justa tu respuesta; incluso sentenció, por su cuenta, que “bienaventurado el que coma el pan en tu Reino”. Y aunque a este espontáneo, Señor, no le contestaste, sí pronunciaste a propósito de esta intervención una parábola hermosísima y llena de mensaje.

“La imagen del banquete adquiere ahora una significación peculiar pues sirve a Jesús para describir el Reino de Dios”. Tu Reino, Señor, que comenzaría en la tierra con el nacimiento de tu Iglesia.

“Con esta parábola explica la formación de la Iglesia como llamada universal a la salvación. Dios había elegido a Israel para que fuera mediador de esa salvación (cfr. Is 45); pero cuando estaba ya todo preparado (“venid, que ya está todo preparado”) y envió a su Hijo, los primeros invitados —el Israel más digno— lo rechazaron”.

“Por eso Dios ahora fundará su Iglesia con los despreciados de Israel (pobre y tullidos, ciegos y cojos) y con los paganos (los que están en los caminos y cercados)” .

Tú, Señor, terminaste con estas duras palabras: “Ninguno de aquellos hombres invitados (ricos, ambiciosos, creídos) gustará mi cena”. Y ahí se terminó el discurso, la parábola. El evangelista no añade nada más. Parece que todos callaron: amigos, comensales, discípulos, todos. Nadie habló.

Señor, acepto tu invitación y deseo ayudarte a llenar la sala de pobres, tullidos, ciegos, cojos, enfermos, perezosos, derrumbados.