lunes, 10 de mayo de 2010

SEXTA SEMANA DE PASCUA

MARTES
SAN JUAN 16, 5-11

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Ahora voy a quien me envió y ninguno de vosotros me pregunta: “Adónde vas? Pero porque os he dicho esto, vuestro corazón se ha llenado de tristeza; pero yo os digo la verdad: os conviene que me vaya, pues si no me voy, el Paráclito no vendrá a vosotros. En cambio, si yo me voy os lo enviaré. Y cuando venga Él, acusará al mundo de pecado, de justicia y de juicio: de pecado, porque no creen en mí; de justicia, porque me voy al Padre y ya no me veréis; de juicio, porque el príncipe de este mundo ya está juzgado.

Señor, un día, llegaste a nuestra tierra. Fue allí, en Belén, entre cánticos de ángeles y visitas de pastores. En la pobreza más absolu-ta y en la grandeza más sublime. Después, muy pronto, Señor, llegaron para Ti las persecuciones, y llegó la huida a Egipto, y la vuelta a Nazaret. Y se hizo realidad tu vida oculta entre tus paisanos, y se hizo visible tu trabajo y la amable compañía de José y María. Luego empezó la vida pública, llena de actividad y sobresaltos.

Ahora te vas a quien te envió, al Padre, y “ninguno Te pregun-ta”: ¿Adónde vas? Y por el tenor del texto, te muestras extrañado.

“Porque os he dicho esto, vuestro corazón se ha llenado de tristeza”. E insististe con una nueva razón, “os conviene que me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a vosotros. En cambio, si Yo me voy, os lo enviaré”. Te ibas, pero nos mandarías el Espíri-tu Santo. Y nos dijiste, Señor, que “cuando venga Él, acusará al mundo de pecado, de justicia y de juicio:

De pecado, porque no creen en Ti; de justicia, porque te vas al Padre y ya no te verán; de juicio, porque el príncipe de este mundo ya está juzgado.