DÍA 16 DE MARZO DE 2012
Benedicto XVI, después de recordarnos algunos textos bíblicos referidos a la necesidad de vivir el amor recíproco, señala en su Mensaje Cuaresmal, un elemento fundamental en esta materia. “Los discípulos del Señor - dice el Papa-, unidos a Cristo mediante la Eucaristía, viven en una comunión que los vincula los unos a los otros como miembros de un solo cuerpo”.
Con estas palabras nos sitúa el Papa ante una extraordinaria realidad, a saber: el Cuerpo Místico de Cristo, como fruto de una misma comunión: la Eucaristía.
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica “los que reciben la Eucaristía se unen más estrechamente a Cristo. Por ello mismo, Cristo los une a todos los fieles, en un solo cuerpo: la Iglesia” (n. 1396).
¿Esto qué significa? El propio Benedicto XVI lo explica así a renglón seguido: “esto significa que el otro me pertenece, su vida, su salvación, tienen que ver con mi vida y mi salvación”.
Asunto este, de enorme interés, en el que se advierte el don de la reciprocidad: el otro y yo nos pertenecemos; su vida y la mía tienen interés para ambos; mi salvación y la suya nos acucia, es decir, se entremezclan, se funden.
Una vez más, merece la pena reflexionar despacio sobre este tema y procurar sacar conclusiones prácticas. Es tu tarea y la mía.
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