Las tardes de los domingos, para los
sacerdotes de Barruelo de Santullán, eran bastante llevaderas. Eran tardes que
podíamos dedicar a pasear, visitar familiares, amigos, o simplemente, leer,
escuchar música. En cualquier caso, eran tardes de descanso , de amistad, de
ocio bien entendido.
Además de todo lo dicho, los sacerdotes de
Barruelo, teníamos otra nueva forma de pasar parte de la tarde: dedicar un par
de horas a lo que se vino en llamar y se llama, “el séptimo arte”, es decir a
ver cine.
Los Hermanos Maristas, que impartían prestigiosa
enseñanza durante la semana y durante la mañana del domingo dedicaban varias
horas con los alumnos al deporte, por las tardes, para entretener a sus chicos
y ampliar su cultura, programaban dos sesiones de cine: una para los chicos más
pequeños y otra para los chicos mayores.
A la segunda sesión, también nos invitaban a
los sacerdotes. No sólo a los sacerdotes sino a nuestras familias. ¡Cuántas
veces acudí acompañado de mis hermanas y de mis padres, al cine de los Maristas!.
La televisión por aquellos años intentaba
entrar en los hogares. Por eso, ver cine entonces, era una novedad, una
diversión, casi un juego. Quizás por eso, comencé a apuntar los títulos de las
películas que íbamos viendo.
Seguro que por ahí descansa, metido en alguna vieja carpeta, una "libreta" con
los títulos de las películas vistas en el Cine de los Maristas de Barruelo!
Ahora, al pasar los años, sólo recuerdo con nostalgia "el embrujo" de aquellas tardes y la amistad reinante entre todos.
Ahora, al pasar los años, sólo recuerdo con nostalgia "el embrujo" de aquellas tardes y la amistad reinante entre todos.