lunes, 4 de julio de 2011

UN AVISO

Voy a cambiar la presentación de mi blog. Espero sea más sencillo y más claro. En lugar de dividirlo en cuatro apartados, como hasta hora, lo construiré en una única pieza. Aunque, como se verá, mantendré las cuatros partes de siempre. Espero el parabién vuestro, mis seguidores, de lo contrario, como de sabios es rectificar, procederé de otra manera.

DESDE MI VENTANA

A lo largo de estos meses, he ido escribiendo sobre lo que contemplaba desde mi ventana a través de una rápida mirada. Cosas normales unas, otras más llenas de transcendencia. Y siempre, con la intención de presentar una idea sobre la que pensar, para sacar después alguna consecuencia para la vida.  A partir de hoy, voy a cambiar un poco el sistema. escribiré de vivencias, de experiencias, del trascurso de la vida.

Hoy, el tema me viene dado: la primera Misa de Juan Tejero. Juan se ordenó ayer en la Catedral de Pamplona. Mons. Francisco Perez fue el Obispo que le ordenó. La Catedral estaba llena de gente. Un grupo numeroso de sacerdotes y famliares y amigos de los dos nuevos ordenandos. La Capilla de música, dirigida por Aurelio Sagaseta, armonizó la ceremonia. La tarde, cubierta de nubes, aguantó sin llover, aunque el algún momento cayeron algunas gotas. Hoy, esta mañana, Juan, celebró su priemra Misa en la Parroquia de Santa María de Barañain. Una Iglesia bonita con sus vidrieras alegres. Empezó la Misa, música y canciones. Una familia numerosa y amigos. Más de veinte sacerdotes. Predicador de lujo y palabras finales del Misacantano. Besamanos y aperitivo en el porche del templo. Al compás de esta primera Misa, no puedo por menos de recordar la mía. Retrocedamos al año 1963. Nos situamos en un pueblo de Palencia: Villasarracino. Dos de julio. Había llegado la tarde anterior. Las campanas tocaban en la torre con fuerza. Parece que las sigo oyendo. Enramadas desde mi casa a la Iglesia y desde la Iglesia hasta mi casa. El pueblo estaba de fiesta. Y mi familia de modo especial. Mis padres, mis hermanos (algunos faltaron) lo mismo. Al día siguiente, de madrugada, los jóvenes del pueblo me despertaron cantando la aurora: "Estas son las mañanitas que cantaba el el Rey David, ...., y un poco después, bajo arcos y canciones apropiadas al acto, nos dirigimos a la Iglesia. La Iglesia que apesar de ser verano y las gentes estar en plena recolección, se encontraba abarrotada: grandes y pequeños, etaba todo el pueblo. No se me olvidará el Veni creator Spiritus... que entoné con fe y esperanza. La Misa en latín, fue cantada por el coro del pueblo y sacerdotes amigos que habían llegado a acompañarme; el sermón de campanillas lo pronunció D. Sinforiano Blanco (Rector del Semianario), llegó el besamanos y la entrega de la estampa de recuerdo, y terminada la ceremonia, otra vez bajo arcos y canciones, y sonidos de campana, nos dirigimos a hasta mi casa. ¡Cómo no recordar todas estas cosas con emoción! Y llegaron las enhorabuenas, la comida festiva, las emociones de todos, la alegría desbordante. Hoy despues de cuarenta ocho años todavía suenan en mis oídos las canciones de entonces,  y, sobre todo, sigo contemplando admirado el rostro de mis padres y hermanos, llenos de emoción y de alegría. Y sigo escuchando el toque de campanas de la torre, y la gran satisfación del párroco y la espera del nombrmiento de mi nuevo destino. Nombramiento que me llegó a los ocho días: Coadjutor de Barruelo de Santullán, pueblo minero del Norte de Palencia. Hoy, lo dejo aquí. Otro día escribiré sobre mi primer viaje a Barruelo. Solo quiero hacer una breve reflexión, recordando aquellas palabras del Evaneglio: "No me elegisteis vosotros a mí, fui yo quien os elegí a vosotros y os destiné a que os vayáis y deis fruto, y vuestro fruto que dure". Y aquel punto de Camino el 531 que dice: "¡Tratádmelo bien, tratádmelo bien!", decía, entre lágrimas, un anciano Prelado a los nuevos Sacerdotes que acababa de ordenar. —¡Señor!: ¡Quién me diera voces y autoridad para clamar de este modo al oído y al corazón de muchos cristianos, de muchos!. Un gozo que no se olvida.