jueves, 7 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

EL CALVO Y LA LLUVIA


Hoy ha sido un día lleno de lluvia y de viento, de frío y migajas de nieve. Un día de nubarrones pardos y negros y algún que otro claro de sol, para volver de nuevo la lluvia y avisos de nieve.

Eran las seis de la tarde, cuando me dirigía aguardar el coche en el garaje. De mi casa al lugar donde lo tenía aparcado, a penas si habría cien metros de distancia.

En este corto trayecto me topé con un señor, que vestía gabardina blanca y pantalón obscuro. Lucía una calva de grandes dimensiones. Totalmente calvo. Caminaba debajo de la lluvia. Iba encogido de hombros y como queriendo ahuyentar las gotas que caían sobre su cabeza. En su calva reluciente botaban las gotas fuertes y gordas. Me dio lástima, pena.

Me fije especialmente en él, porque no llevaba paraguas. Quise prestarle el que yo llevaba abierto en mi mano derecha, pero no fue posible. En ese momento se me cayó al suelo un sobre con calendarios que llevaba en la otra mano. Mientras lo recogí el “calvo” había desaparecido.

Hoy se habrán vendido muchos paraguas, quizás el hombre de reluciente calva haya comprado uno. El paraguas es para cuando llueve.

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