miércoles, 12 de mayo de 2010

SEXTA SEMANA DE PASCUA

JUEVES
SAN JUAN 16, 16-20

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  »Dentro de un poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver. Sus discípulos se decían unos a otros:
-¿Qué es esto que nos dice: “Dentro de un poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver” y que “voy al Padre”?
Y decían:
-¿Qué es esto que dice: “Dentro de un poco”? No sabemos a qué se refiere.
Jesús conoció que se lo querían preguntarle y les dijo:
—Intentáis averiguar entre vosotros acerca de lo que he dicho: “Dentro de un poco no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver”. En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, en cambio el mundo se alegrará; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.

Anunciabas, Señor, que te ibas, pero que volverías. “No me veréis pero me volveréis a ver”. Y tus discípulos se preguntaban qué significarían aquellas palabras: “me voy al Padre, pero volveré”. No entendían aquel modo de expresarte.

Al comprender que querían preguntarte, les dijiste: estáis discutiendo el sentido de mis palabras, el significado de lo que va a ocurrir, saber qué hay detrás de todo esto. “Pues mirad: os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros mientras el mundo estará alegre; Vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría”.

“Los Apóstoles no podían entender lo que Jesús anunciaba. Al manifestar que después de las tribulaciones tendrán un gozo cumplido que no perderán jamás, se refiere ante todo a la alegría de la resurrección, pero también al encuentro definitivo con Jesús en el Cielo” .

Mientras caminamos por esta vida existen llamadas que pueden distraernos de lo fundamental; promesas humanas que pueden dificultarnos el camino del cielo; mas con tu ayuda, Señor, ni las dificultades, ni las promesas nos apartarán de tu senda; y si somos fieles conseguiremos la patria definitiva.

Que el Espíritu Santo ayude a todos, a los que caminan a trancas y barrancas, a los que permanecen alegres y dichosos, a los que avanzan tristes y decaídos.

Que Santa María, tu Madre y la nuestra, nos acompañe siempre.

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