SÁBADO
SAN MATEO 13, 24-30CON UN SOLO GOLPE DE CLIK http://www.diocesisdehuesca.org/mapa.htm
Les propuso otra parábola: —El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y echó espiga, entonces apareció también la cizaña. Los siervos del amo de la casa fueron a decirle: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña? Él les dijo: «Algún enemigo lo hizo». Le respondieron los siervos: Quieres que vayamos a arrancarla? Pero él les respondió: «No, no vaya a ser que, al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad que crezcan ambas hasta la siega. Y al tiempo de la siega diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla; el trigo, en cambio, almacenadlo en mi granero».
Tras un breve descanso y un paseo por los campos sembrados de cereales, les propusiste a tus discípulos otra parábola. Todos llevaban en la retina de sus ojos algún sembrado cercano, en los que habían visto crecer la buena semilla y la cizaña.
Les dijiste: ¡qué hermoso es un campo sembrado de buena semilla! ¡y más, cuando suavemente nacen las puntas, crecen los tallos, brotan las espigas; y mucho más se alegra el labrador, cuando al fin se recoge la simiente en los graneros. ¡Pero qué triste es observar que con las espigas han crecido también malas hierbas, la cizaña!
Ante esta realidad, les abriste los ojos a tus discípulos. Les dijiste que el enemigo siembra la cizaña, que hay que tener paciencia, que no conviene precipitarse, que ya llegará el momento de la siega, que entonces se la separará.
¡Espléndida comparación! En el mundo de los hombres, existe el trigo y existe la cizaña; la libertad y el fracaso. ¡Misterio! Al fin de cada vida humana existirán gavillas quemadas o almacenes repletos de grano.
Nos conviene leer otra vez la parábola; escuchar de nuevo tus explicaciones; confiar en Ti; y fiarnos menos de nosotros y más de tu gracia. Aprendamos a pedir sol, agua y paciencia. Y sol que dé calor a nuestros actos; agua que purifique nuestras limitaciones, y paciencia para sembrar de nuevo.
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