Un cigo guía aotro ciego |
VIGÉSIMA TERCERA SEMANA DEL T. O.
VIERNESSAN LUCAS 6, 39-42
CON UN SOLO GOLPE DE CLIK http://www.vatican.va/
Les dijo también una parábola:
—¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
»No está el discípulo por encima del maestro; todo aquel que esté bien instruido podrá ser como su maestro.
»¿Por qué te fijas en la mota del ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que saque la mota que hay en tu ojo”, no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad cómo sacar la mota del ojo de tu hermano.
Y después de la doctrina maravillosa, sublime, llena de verdad y de exigencia, que ayer nos regalaste, para calmar un poco las cosas, hoy nos refieres breves parábolas que tratan de ciegos y de guías; de caminos y de dificultades, de discípulos y maestros.
Lo del ciego era fácil de entender y a la vez doloroso. Un ciego no puede ser guía de otro ciego, evidente; y lo doloroso es la caída en el hoyo. No sé cómo serían los ciegos de entonces, ni los hoyos, pero la cosa estaba tan clara que la comprendieron a la primera. Seguro que cuando exponías estas parábolas pensabas, Señor, en tus Apóstoles que no mucho tiempo después iban a ser guías, maestros, doctores. Y, en efecto, llegaron a ser buenos guías, buenos maestros, excelentes doctores.
Lo del discípulo y maestro. Aún más claro. Tú eras el Maestro, había que ser como Tú ¡—qué atrevimiento—! o al menos intentarlo. Había pues que atender, entender, instruirse, salir un buen discípulo. ¡Tú bien sabías que el verdadero Maestro eras Tú, pero también sabías que tus discípulos harían cosas maravillosas.
Y, entre tanto, vamos a aprovechar el tiempo; a estudiar más, a formarnos mejor, y a realizar otra vez la prueba; a repetir el experimento, a comenzar de nuevo. En todo caso, lo que importa es que cada uno se examine a si mismo, y vea cuánto se ignora, cuánto necesita, cuánto precisa.
Y lo de la mota y la viga también tiene gracia, Señor.
Ayúdanos, Señor, a no ser hipócritas, mentirosos, vanidosos; ayúdanos a ser coherentes, veraces, sencillos. Ayúdanos a ser como Tú, mansos y humildes de corazón; justos y buenos; bondadosos y misericordiosos: hijos de Dios.
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