jueves, 30 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA


Esto lo escribí ayer. Todavía en la casa de Aranbide. Lo escribí en mi habitación, lugar desde he visto y descrito otras cosas esta convivencia: días de formación, de amistad, de descanso.


Tengo delante una fotografía que tomé hace unos días. No es una fotografía muy buena, pero recoge un aspecto de mi jardín. A la derecha un trozo de pared, compuesto por seis ladrillos, que al estar tomada la fotografía de cerca, parecen gruesas placas de cemento; un poco más allá, a la derecha, una puerta metálica de cinco planchas; justo en el rincón, un arbolillo; ya fuera de la tapia: verdes pálidos y verdes obscuros; y tras el maizal, los prados, las altas montañas. Y aquí, más cerca, una pequeña rosa, sencilla, tiesa, que nace de la tierra y alegra el conjunto. Esta la fotografía.


Después de ocho días, miro de nuevo por la ventana de mi habitación. Veo los mismos ladrillos, son más pequeños; veo la puerta casi plana, es la misma; el arbolillo triste y doblado; veo los verdes del jardín apagados; los maizales y los prados obscuros; las altas montañas cubiertas por las nubes. Y la rosa, la pequeña rosa, la veo ajada, doblada, casi seca. Todo ha cambiado, y tan sólo ha pasado una semana.


La razón: el tiempo. El tiempo ha comido y desgastado el color, el tiempo ha cambiado el clima, el tiempo ha cambiado los aspectos de las cosas.


Hoy es un día de verano que parece invierno. Ayer llovió mucho, hoy hace frío y todo ha cambiado. Hasta las ovejas que pastan en el prado y las vacas que cruzan los campos, están tristes, les falta sol, luz, alegría.


Y sin embargo, a pesar de este contraste tan fuerte, a pesar de estos cambios, por cierto todos exteriores, un hijo de Dios no debe dejar llevar por el desánimo, no debe caer en la angustia, en la melancolía. ¡Que estén triste los que no quieren ser hijos de Dios!, escribió San Josemaría.


Nunca dejarse vencer por la tristeza, pero menos hoy, cuando esto escribo, que celebro los cuarenta y ocho años de mi ordenación sacerdotal. Y aunque miro para atrás y veo tantos cambios, tantas pisadas borradas: desde Barruelo, Cillamayor, hasta el Redín, Irabia, Miravalles; desde la Universidad hasta la Parroquia de Santa Teresa, hay que mirar hacia adelante y soñar. Lo he oído estos días muchas veces: “Soñad y os quedaréis cortos”. Desde mañana volveré a mirar por la ventana de mi habitación.



miércoles, 29 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA


Y por fin llego al final de la ruta trazada. Hasta las montañas más altas del valle. Allá donde se toca el cielo con la tierra. Hoy, por cierto, las montañas que cierran el valle de Lizaso, están cubiertas totalmente de nubes. Hasta las copas de los árboles han bajado las portadoras de viento y de agua. Están las nubes pegadas a las hojas del bosque.


Estas nubes que ahora contemplo desde mi ventana, forman diferentes figuras caprichosas. Unas parecen enormes bolas de algodón, otras son semejantes a figuras humanas, otras se diluyen a medida que se dejan arrastrar por el viento.


Tengo que dejar las nubes y pasar a la tierra. La montaña que hoy veo tapadas por las nubes, las he contemplado muchos días con precisión meridiana. Es una cordillera casi uniforme. Solo en un momento se eleva un poco más y da la sensación de que este trozo es la atalaya del monte, para ver más cerca el firmamento y contemplar con admiración otras cosas debajo de ellas.


A veces pienso en los secretos que encierran estos montes tan grandes. Los secretos de un mundo de calor y de frío, un mundo de misterio.


Y de misterio y misterio, salto al misterio del hombre y de la vida, al misterio del más allá. Y me quedo asombrado ante el tiempo empleado en amontonar tesoros donde entran los ladrones y roban. Y pienso como a veces perdemos la paz por cualquier tiquismiquis de esta tierra, olvidando la existencia que nunca termina.


Hoy día del 60 aniversario de la ordenación del Papa y los 48 de mi ordenación quiero copiar la oración que el propio Benedicto XVI ha compuesto para esta ocasión:


Señor, te damos gracias porque has abierto tu corazón para nosotros; porque en tu muerte y en tu resurrección te has convertido en fuente de vida. Haz que seamos personas vivientes, vivientes de tu fuente, y dónanos el poder ser nosotros también fuentes, capaces de donar a este nuestro tiempo agua de vida. Te damos gracias por la gracia del ministerio sacerdotal. Señor, bendícenos y bendice a todos los hombres de este tiempo que están sedientos y en la búsqueda. Amén.






Mañana miraré desde otra ventana. Hasta pronto. Gracias por el fiel seguimiento.
JMC



martes, 28 de junio de 2011

DESDE M VENTANA


Y más allá de las casas del pueblo, de la escuela y de los edificios oficiales, está el bosque. El bosque, que desde aquí, desde mi ventana, lo percibo pequeño, encogido, casi lineal. Pero sé que detrás de esta línea verde obscura que desde aquí vislumbro, existe una gran espesura de dimensiones más grandes; sé que detrás detrás de esta línea sencilla, hay árboles y más árboles; sé que hay valles y colinas que avanzan hasta llegar a las cimas más altas, donde parece se toca la tierra con el cielo.


Desde mi vetana, pues, veo sólo pequeños detalles. Aunque sé que si nos acercamos al lugar, podremos contemplar cientos de árboles con sus enormes copas y sus enormes raíces. Es más, podremos ver las pequeñas retamas que serpentean por el suelo haciendo miles de curvas y la insignificante ramuja que hace de colchón a los ramos secos que de los árboles se desprenden. Y hasta las cuevas de alimañas o las huellas gruesas de animales más grandes. Y oir el cantar de los pájaros, el ruido del viento y percibir el silencio de los bosques.


Pero ahora, desde mi ventana, no veo casi nada. Por eso, me da tiempo para mirar hacia adentro y descubrir las maravillas del alma humana. Y pensar en los cielos nuevos y en la tierra nueva que nos espera. Y recodar las palabras del Apóstol de las gentes, San Pablo: “ni ojo vio ni oído oyó lo que Dios tiene preparado a los hombres”.


Miro a lo lejos no veo casi nada. Espero en el más allá y veo la vida eterna.

lunes, 27 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA

Y más allá de mi pequeño jardín, del maizal fresco y lozano, de los prados recién segados y de los árboles repletos de hojas, están los edificios, el pueblo, la vida animal y humana.


Lo que mejor diviso, son los edificios de la escuela. Es un edificio ancho y alto, el más alto todos. Tiene un número considerable de ventanas. Hoy están todas cerradas, son de color blanco. Los techos de las casas y también de la escuela, son de teja rojiza con algunas zonas de uralita.


A la derecha de la escuela, veo otro edifico grande, debe ser un almacén, para guarda la hierba que recogida en los prados cercanos. Más al fondo, otro edifico parecido, este tiene la pinta de ser un establo de ovejas y vacas. Un poco más al extremo derecho, se divisan más casas, pequeñas, ocultas entre los árboles que merodean por el poblado. A la izquierda, no lo veo pero sé que está el grueso del casco urbano, los edificios oficiales, la iglesia, el ayuntamiento. Por cierto en estos momentos se oye la campana que llama a Misa. Son unas campanadas suaves y sencillas que recuerdan a los feligreses la hora del Sacrifico del Altar.


Desde mi atalaya, no veo la vida, no alcanzo a ver el movimiento humano, los árboles me dificultad la vista. No veo ni a los niños de la escuela, ni a los pastores y ganaderos del campo, ni a las amas de casa, ni a los funcionarios, ni al cura, ni siquiera a los perros de la calle o los coches aparcados a las puertas de las casas.


No veo nada. Pero tengo creo en su existencia. No toco nada, pero percibo la realidad. No gusto nada pero percibo su cercanía. De tal manera de que estoy seguro de la existencia de todas estas cosas. Qué casualidad, ahora un águila no muy grande cruza el espacio que diviso, mueve sus alas suavemente, vuela lenta, vuela serena y se aleja de mi vista.


Hoy día del Cuerpo y la Sangre de Cristo (Corpus Christi), me venía a la memoria aquella estrofa del Adorote devote que dice: “Al juzgar de ti se equivocan la vista, el tacto, el gusto, pero basta con el oído para creer con firmeza, creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios; nada es más verdadero que esta palabra de verdad.


Razón y fe: las dos alas para conocer la verdad. Si el águila de arriba, pierde un ala cae, si pierde las dos, muere. Tú y yo necesitamos las dos alas para volar alto y darle a la caza alcance.





domingo, 26 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA

Hoy voy a escribir sobre la arboleda que contemplo desde mi ventana. Además de los dos arbolitos de mi jardín, siguiendo la parte izquierda de mi posición, diviso una espesa y frondosa hilera de árboles. Casi todos del mismo tamaño. Siguen el margen del río a pies juntillas, río que ni veo sus aguas, ni oigo su ruido, pero sé que existe y que corre entre los prados y cruza un poco más adelante la carretera, perdiéndose poco después.


Los árboles viven la mejor época del año. Llenos de ramas y de hojas, llenos de vida y de presencia. Todos teñidos de verde, con diversas tonalidades, convierten el conjunto en algo armonioso y bello. Parecen, vistos a la distancia que yo los contemplo, que están pegados, juntos entre sí, pero no, son los extremos los que se tocan, que los troncos y raíces llevan una buena distancia.


Sobre la mitad de la hilera de árboles que veo, hay una ruptura. Es la carretera que transita por estos lugares. Aunque si no te fijas demasiado, parece que es una línea continua sin ningún espacio libre.


En la parte derecha de mi visión, se alzan otros arbolitos. Algunos de cortas ramas, otros más esbeltos que parecen vigías del campo. Hay también ramujas, yerbajos y cardos. Todo el campo está vivo y verde. Y arriba, un cielo azul intenso, como si fuera una bóveda interminable. Además hoy hace calor. Ni los pájaros revolotean por los campos. Sólo se oyen algunos cánticos suaves y lejanos.


Al final más árboles que más parecen una mancha verde que sirven de cerco, que seres individuales y distintos. Sin esfuerzo me pongo a recitar el Salmo 8.


Señor Dios nuestro, que admirable es tu nombre en toda la tierra. (…) cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?


Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies. Rebaños de ovejas y de toros, los peces del mar que trazan sendas por el mar. Señor Dios nuestro, que admirable es tu nombre en toda la tierra”.


Miro a los árboles que siguen el cauce del río y en ellos, veo a Dios. ¡¡¡Gracias!!!

sábado, 25 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA


Más allá del campo de maíces, del que escribíamos ayer, están unos hermosos prados. Son dos los que veo desde mi ventana. Están divididos por un seto de hierba más obscura.


Los prados, al menos estos, son campos de hierba. Tienen varias funciones: o se deja pastar la hierba a los ganados o se la deja crecer para luego recogerla. Cuando se les deja pastar a los ganados, aquí lo hacen las vacas. Ahora mismo estoy viendo casi medio centenar de vacas de leche, negras y blancas, que pastan en otro prado, a la derecha de la carretera. Llevan así toda la mañana “tragando”. Cuando arrecia el calor se van en busca de sombra. Cuando se le deja crecer a la hierba, llega un momento, el preciso, cuando está ya hecha, y entonces entra una máquina segadora y la siega; unos días al sol para que se seque y finalmente entran otras máquinas que atropan la hierba, la recogen en fardos, y un tractor los apila en uno de los extremos del prado.


Toda una labor, desarrollada en distintos momentos, pero necesaria para beneficio de los dueños del lugar y de sus familias.


Pienso en la vida espiritual. Hay que cuidar el campo, protegerlo, disfrutar del él cada día, almacenar repuestos, hacer realidad el por qué de la vida.

viernes, 24 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA



Hoy me voy un poco más allá. Me meto con la vista en la parcela sembrada da maíces. Es más grande que mi pequeño y vecino jardín. Y menos mía. Quizá cuarenta veces más grande. La parcela está cercada por una fuerte alambrada, amarrada a trozos gruesos de madera. Así es muy difícil que entren animales a estropear los maíces. Solo las urracas sobrevuelan por encima y canturrean aburridas.


La parcela de maíces por la parte derecha limita con la carretera, por cierto bastante transcurrida; por la parte izquierda, no puedo calcular hasta donde llega, ya que desde mi observatorio no acierto a ver el final. Por eso, las dimensiones arriba apuntadas, pueden ser mucho mayores.


En todo caso el campo está frondoso, con vitalidad y si sigue así esperanza de una excelente cosecha. Así las cosas, todo normal, pero si pensamos un poco, se adivina un gran trabajo anterior y un fuerte esfuerzo de lo que aún queda por hacer.


Hagamos un breve resumen: Ha habido que preparar la tierra, que comprar y seleccionar la semilla; después ha habido que sembrarla, más tarde cuidarla con abonos y eficaces herbicidas; luego contar con la lluvia que cae del cielo y con el sol y el aire que aparecen de vez en cuando.


Y más tarde, lo que venga: nuevos cuidados, apechar ante riesgos imprevistos; trabajar cuando llegue la cosechas, vender el producto si se puede y al final, el premio.


Cambiando de campo y de cosecha, algo parecido pasa en la vida de los hombres: se prepara parcela de la vida, se siembran las virtudes, se ruega la ayuda del cielo y después, la cosecha. También hay que proteger el alma con cercas fuertes y seguras, para evitar que entren las raposas y los pajarracos a comer la viña. Así, es muy difícil que anide en nuestra cabeza la tristeza.

jueves, 23 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA


Empiezo por lo más cercano. El pequeño jardín. Es rectangular. Los dos árboles frondosos colocados a mi izquierda, son dos nogales jóvenes. Todavía no tienen nueces, pero si muchas hojas, llenas de vida y lozanía, esperanza de frutos sabrosos. Los arbolillos que corren junto a la tapia, son plantaciones que formarán con el tiempo un hermoso seto. Ahora mismo, por el verde del jardín, corto y un poco amarillento, caminan picoteando la hierba dos “siete colores”. Los miro a través de la ventana, y como no hago ningún ruido no se asustan y siguen en su trabajo. Son pájaros pequeños de cuerpo pero grandes en el canto. Esta tarde no les da por cantar, están en otro negociado, “primum vivere, postea filosofare”, que diría el filósofo. En el jardín además, ya dije, existe una pequeña franja de tierra plantada de rosales. A vuela pluma cuento treinta rosales. Con rosas abiertas apenas diez. Dentro de unos días estarán muy bonitos. Además de todas estas cosas, veo en el jardín debajo de mi ventana hojas arrancadas de la tormenta de ayer, ahora llega un pajarico más y otro, que es un tordo. Ahora solo queda el primero. Me fijo en la hiedra que arranca del suelo y se extiende por la pared. Cuando me dispongo describir un poco más la hiedra, cruzan por delante de mi ventana, a cinco metros, dos picarazas aturdidas. Como no me saludan tampoco yo digo nada de ellas. A estos pajarracos no los tengo demasiada simpatía. Aprovecho el momento para levantar el corazón al cielo y darle gracias a Dios por tantas cosas bellas como ha hecho. Y también para pedir por cuantos esperan mis oraciones, y con esto termino por hoy mi blog. Me voy a cumplir mi encargo de confesor. ¡Hermosa tarea!


Gracias por seguirme y por el bien
que os hace mi blog.
Un abrazo
JMC


miércoles, 22 de junio de 2011

DESDE MI NUEVA VENTANA



He cambiado de habitación y también de ventana, y, por supuesto, de cosas que puedo contemplar. Nada tiene que ver con la anterior ventana. Mejor no recordarlo. Aunque una vez más se ha cumplido el dicho: “no hay mal que por bien no venga”.


Desde este nuevo mirador veo muchas más cosas. Como describirlas todas sería muy prolijo y, además no tengo tiempo, haré un apunte general y descriptivo de lo que alcanzan a ver mis ojos.


Empezando por las cosas más lejanos, veo uno monte alto, regular de forma excepto un pico mayor que me recuerda la Peña Redonda. Todo está verde obscuro y desde la lejanía, parece que el monte toca con sus cabellos las nubes, hoy bastantes gruesas, que se cuelgan en el cielo.


Más acá, veo matorrales y árboles frondosos que en perspectiva se levantan hasta la lejana montaña que les vigila; y entre los árboles veo un grupo de bonitas casas, con fachadas blancas y tejados rojos, rodeadas de cercas verdes; veo también la carretera que se dirige a este pueblo y las señales de tráfico que en las orillas vigilan la circulación; y veo unos prados de hierba ya segada y recogida de color amarillento, y más acá otros prados de hierba verde y sin segar; y entre los prados con alambradas que los separan veo un conjunto de verdes maravilloso; y más cerca ya de mi ventana veo una finca sembrada de maices no muy altos pero muy frescos; y más acá todavía, veo una pequeña tapia con barras y alambradas ; y de este lado de la alambrada veo un pequeño jardín, y en el jardín, dos árboles no muy altos, con hojas en el suelo que ayer tiró la tormenta, y veo pequeños arbolillos junto a la pared y una hilera de rosales con alguna que otra rosa, casi en medio; por fin, a mi derecha casi palpo una yedra que se agarra a la pared.


Y en ocasiones veo pasar camiones y coches por la carretera y en algunos momentos grupos de vacas que pastan en el prado y las nubes que tapan los momentos y las hojas que lloran en el suelo.


Como veis seguidores de mi blog, nada tiene que ver lo que veía y lo que veo. Demos gracias a Dios por que hizo tantas cosas.



martes, 21 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA


Desde la ventana de mi habitación, estoy Aranbide, veo muy pocas cosas, tan pocas que las puedo enumerar. Y lo voy a hacer: veo una pequeña pared construida de ladrillos; sobre la pared una yedra que la tapa casi totalmente; veo también unas ramas altas de un arbolillo que se eleva del suelo, y parcialmente, un árbol más grande; veo una pequeña parte de una tapia más larga también hecha de ladrillo; veo unas ramas que sobresalen por encima de la tapia, y entre las ramas veo el verdín de una jardín; veo trozos de cielo azul entre las ramas, y una rama seca colgada de otra verde; veo un tubo de desagüe y una rejilla respiradero sobre la pared. Y no veo nada más. Por eso tendré que mirar para adentro, y reflexionar sobre tantas cosas que voy oír estos días. Lo haré. Pero también escribiré unas líneas sobre lo que veo desde mi ventana.

Veo una pared. Es de ladrillo, color blanco, regular y simétricamente distribuido. Algunos ladrillos tienen restos de una yedra antigua, vieja pegada a la pared. Me sugiere esta visión la necesidad de limpieza, de cuidado, de esmero. Y me viene a la memoria las veces que he tratado de limpiar mi vida. Nunca se acaba de limpiar. Bueno, algún día será el último. Bendita perseverancia que nos ayuda a llamarnos vencedores.




lunes, 20 de junio de 2011

Anónimo dijo...

Le deseo un descanso lleno de silencio interior.
Abriré mi ordenador y ofreceré una oración para que Vd encuentre pza, descanso y aproveche bien el tiempo co nos dice.


domingo, junio 19, 2011
José María Calvo de las Fuentes dijo...


Seguro que lo que usted habrá querido escribir es lo siguiente: "Le deseo un descanso lleno de silencio interior. Abriré mi ordenador y ofreceré una oración para que Vd encuentre paz, descanso y aproveche bien el tiempo como nos dice". ¿No es verdad?


JMC




UN SALUDO DESDE ARANBIDE
PARA TODOS.


¿QUÉ TAL ESTÁ MIGUEL?

¿COMO SIGUEN LAS COSAS?

VERÉ SI PUEDO ENVIAROS
ALGO ESTOS DÍAS.

jmc

domingo, 19 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA

Sin luz no vemos las cosas. El exceso de luz nos ciega y tan poco las vemos. Si las cosas existen, las veamos o no, ahí están.






DÍA 19 DE JUNIO DE 2011

Hoy, sólo acierto a mirar, desde mi ventana, al coche que tengo aparcado en la calle. Como hace un día de calor, lo he colocado a la sombra, para que cuando, dentro de unos momentos, me suba a él, pueda viajar más cómodo a Aranbide. Estaré allí durante diez días, por lo que no podré asomarme por "mi ventana", ni transmitir mis "ojeos diarios", ni mis "diarias vivencias". Cuantos seguís mi blog, tened paciencia. Como la casa donde voy a vivir, también tiene ventanas, podré contaros, día a día, lo que desde este mirador contemple. Tal vez no pueda. De ser así, a mi vuelta, colgaré algunas de mis experiencias. En todo caso, no dejéis de abrir "al ser de la Palabra", seguro que descubriréis otras cosas. Y nada más. Bueno sí, que recéis para que aproveche bien el tiempo. Muchas gracias.  


REFLEXIÓN



Si usted está cansado, lo primero que debe de hacer, es descansar. Lo más importante, lo único en lo que se debe de preocupar, es en quitarse lo cansado.







CAMINO


617 Obedeced, como en manos del artista obedece un instrumento —que no se para a considerar por qué hace esto o lo otro—, seguros de que nunca se os mandará cosa que no sea buena y para toda la gloria de Dios.  






sábado, 18 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA

Cuando vemos algo, para valorarlo, solemos compararlo con algo semejante. Y de la comparación sacamos consecuencias o recordamos algún aspecto de la vida.


DÍA 18 DE JUNIO DE 2011

Hoy he echado una mirada general al conjunto de árboles que diviso desde mi ventana. Este año están llenos de vitalidad. Son ya árboles grandes, crecidos. Los vi plantar a todos. Han pasado casi treinta años desde que estos grandes árboles de hoy, eran tiernos, pequeños, débiles promesas. Igual que “el arbolito” que aparece en la fotografía que puedes ver al lado de estas líneas. Fíjate bien él. Es una plantación reciente, de hace pocos días. El lugar que ahora ocupa este “arbolito”, lo ocupó otro árbol, pequeño también al principio, después más grande, ahora desaparecido. Creció con cierta dificultad, y un poco torcido, en lenguaje humano, nació y vivió achacoso. Y además, un día, un camión de descarga, al hacer maniobras, le rompió varias ramas. Y árbol lo sintió, enfermó. Trataron de curar su desgracia pero no fue posible. Al final, llegaron unos mozos y lo arrancaron de la tierra de los vivos. Después lo cargaron en una vieja camioneta y se lo llevaron. Ni para leña quizás sirvió. En su lugar, está ahora “el arbolito joven”, con futuro por delante y con la esperanza de ser como los árboles que le rodean. Lo están tratando bien, lo han colocado unas tablas a sus lados que con gomas o cuerdas hace que crezca derecho, busque la luz del sol y pueda ser dentro de unos años elegante como sus compañeros. Me acordaba de lo que de pequeño le oí decir a mi padre un día que iba con él por los caminos del campo de mi pueblo: “Hijo, ¿ves ese árbol tan torcido?, ¿lo ves? Dije que sí. “Pues está así, porque de pequeño no lo enderezaron” Y terminó mi padre su sentencia: “Así ocurre con las personas, si de pequeños se tuercen, y no se hace nada por ellas, después que difícil es enderezarlas”. Le dí las gracias. Y nunca he olvidado aquella lección práctica que me dio mi padre un día que caminaba conmigo por los caminos del campo de mi pueblo. Hoy, al contemplar “este arbolito” debajo de mi ventana, de nuevo le doy gracias.


REFLEXIÓN

La educación como un árbol hay que ir a la raíz (de los problemas) no a las ramas, menos a las hojas” (Pedro Echeverría)





CAMINO

17 No caigas en esa enfermedad del carácter que tiene por síntomas la falta de fijeza para todo, la ligereza en el obrar y en el decir, el atolondramiento...: la frivolidad, en una palabra.
Y la frivolidad —no lo olvides— que te hace tener esos planes de cada día tan vacíos ("tan llenos de vacío"), si no reaccionas a tiempo —no mañana: ¡ahora!—, hará de tu vida un pelele muerto e inútil.





viernes, 17 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA

Dicen que a la ocasión la pintan calva. Hoy lo he comprobado. Me encontré con un abuelo. Le hice la foto que no me salió.



NO ME SALIÓ LA FOTO DEL ABUELO


DÍA 17 DE JUNIO DE 2011


Un abuelo está sentado en el banco rojo, patas verdes, que veo desde mi ventana. A su lado tiene un coche de niño, con niño dentro. Es uno de sus nietos. Once meses de edad, más o menos. Entre sus manos, el abuelo, mantiene una bolsa con nueces. Cuando llego a su lado, agita la bolsa y me ofrece algunas unidades. Se lo agradezco pero no las cojo. No me puedo parar. Voy con cierta prisa a casa a recoger unos papeles que he olvidado. Cuando entro en mi habitación, me asomo a mi ventana y veo a abuelo, nieto y cochecito junto al banco. Bajo enseguida. Al llegar junto a él, se levanta. Le digo que si puede sentarse de nuevo que voy a hacer una fotografía. Me lo permite. Se la hago y a continuación, le cuento lo siguiente: “Cuando yo era niño, seis o siete años tendría, mi abuela me mando un día a canjear unos kilos de trigo por unos kilos de nueces. Así se compraban y vendían las cosas aquellos años. Lo hice. Le di al señor de la plaza unos kilos de trigo que llevaba en un saco y el me dio unos kilos de nueces que metí en el mismo saco. Ya de vuelta, al llegar a la puerta de la escuela, me senté en un escalón de cemento y comencé a comer nueces. Pronto me vi rodeado de amigos. Me pidieron que les diera alguna nuez y se las dí. Total que el saquillo de nueces mermó y de que manera. Cuando llegué a casa de mi abuela, al ver tan poca mercancía, después de preguntarme lo sucedido, que expliqué brevemente, mi buena abuela me regañó, de buenas maneras, pero con autoridad. Aprendí aquel día a no ocultar la verdad y, sobre todo, a ser un poco más cuidadoso con las cosas”. Al terminar de contárselo al abuelo del banco rojo, con patas verdes, el abuelo se rió y me dijo: “Dicen que es bueno comer al día, por lo menos tres nueces”. De acuerdo, le dije. Antes de despedirme le hice una caricia al niño que pacíficamente descansaba en el carrito. Un recuerdo y una lección actualizada.



REFLEXIÓN

El que quiera decir a otras personas la verdad, debe saber soportarla en sí mismo. Adolfo Kolping
 

CAMINO

395 Aquel hombre de Dios, curtido en la lucha, argumentaba así: ¿Que no transijo? ¡Claro!: porque estoy persuadido de la verdad de mi ideal. En cambio, usted es muy transigente...: ¿le parece que dos y dos sean tres y medio? —¿No?..., ¿ni por amistad cede en tan poca cosa?

—¡Es que, por primera vez, se ha persuadido de tener la verdad... y se ha pasado a mi partido!







jueves, 16 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA

Para comprender el por qué de las cosas, hay que fijarse en ellas, después reflexionar un poco, finalmente, sacar conclusiones. Suele ser un buen método.





DÍA 16 DE JUNIO DE 2011

En la calle que diviso desde mi ventana, como en otras muchas calles, existen señalizaciones, rayas blancas bien trazadas, que nos ayudan a aparcar nuestros coches, con orden y eficacia. En este tiempo de primavera, en el que los árboles rebosan de ramas repletas de numerosas hojas, se hace difícil distinguir estas señalizaciones. Sin embargo, hoy veo con claridad y perfección dos lugares reservados a minusválidos. De estas "reservas" escribo. Me parece una buena y justa medida, reservar algunas plazas a hombres o mujeres que más lo necesitan. Es verdad que a veces, alguien puede aprovecharse, sin justificación, de estas plazas, pero de ordinario prestan un servicio excelente. Aunque no todos opinan lo mismo. Hace pocos días leí esta noticia: "Tengo reconocida una minusvalía del 73% con movilidad reducida, al presentar la petición para la reserva de la plaza de aparcamiento, mi ayuntamiento me dice que no tienen por que concedérmela, que no se la dan a todo el mundo. Sabría decirme alguien si eso es cierto o al tener la movilidad reducida me tienen que conceder la plaza de aparcamiento". ¿Tú qué opinas? Espero tu respuesta.  


REFLEXIÓN

Las personas mayores con comportamientos altruistas tienen un 60% más posibilidades de prolongar la vida que las que tienen actitudes egoístas, según una investigación de la Universidad de Michigan sobre 423 parejas mayores de 65 años que establece por vez primera un vínculo entre los valores humanos más elementales y la longevidad.


CAMINO

764 Cuanto más cerca está de Dios el apóstol, se siente más universal: se agranda el corazón para que quepan todos y todo en los deseos de poner el universo a los pies de Jesús.






miércoles, 15 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA
Vemos cosas y a veces no nos paramos a considerar su utilidad y servicio. Las vemos y pasamos de ellas. Otras veces no. Consideramos su utilidad y lo decimos. Hoy lo hago yo.

 

DÍA 15 DE JUNIO DE 2011


En la entrada o salida (según se mire) de algunas calles que diviso desde mi ventana, están colocados “pilones” de cemento. Tienen como finalidad, impedir que circulen por ellas vehículos de cuatro ruedas. Son pequeños de tamaño, pero muy eficaces para el objetivo programado. Con la colocación de estos “pilones” se consigue que personas mayores y no tan mayores, puedan pasear por esos lugares casi con total seguridad. Se consigue además, que las madres paseen con sus hijos de corta edad, con menos preocupación, que los niños corran, brinquen, crucen la calle, que se eviten atropellos, disgustos y sinsabores. Es verdad que esta iniciativa tiene inconvenientes, tales como hacer más difícil el acceso hasta el portal con el coche propio, acercarse con el camión de mercancías para descargar materiales, llegar hasta el portal con en el enfermo o minusválido que vuelve del Hospital en la ambulancia. Pero ya se sabe, en este mundo no existe lo perfecto, y como dice el refrán: "no siempre llueve a gusto de todos". Escribió Séneca, filosofo español, tratando de la virtud: “in medio virtus”, en la mitad, la virtud. Aprendamos a ver siempre, el lado bueno de las cosas.


REFLEXIÓN

Para Aristóteles, la virtud consiste en un término medio, lo cual no significa mediocridad sino un equilibrio entre los vicios de los extremos. El "valor" es un justo medio entre la "temeridad" y el "miedo".


CAMINO

394 La transigencia es señal cierta de no tener la verdad. —Cuando un hombre transige en cosas de ideal, de honra o de Fe, ese hombre es un... hombre sin ideal, sin honra y sin Fe.

martes, 14 de junio de 2011


DESDE MI VENTANA

Unas veces, desde mi ventana, veo cosas y lugares; otras veces, veo lugares donde han sucedido algunas cosas.  Hoy sucede lo segundo. Contemplo el pórtico de la Iglesia, donde hace apenas unas horas, tuve la suerte de recibir al Ángel de Aralar. Luego, dentro del templo, celebré la Eucaristía y veneré su imagen. Como recuerdo, cuelgo en mi blog, la homilía que pronuncié en la Misa.

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DÍA 14 DE JUNIO DE 2011


Un año más nos visita el ARCÁNGEL Miguel, el mensajero de Dios que tiene su trono en la cumbre de Aralar. Y lo hace, como siempre, por “la Pascua o rozando a la Pascua, como este año; por la Pascua, cuando se alegra la tierra y también el corazón de los hombres”; cuando el Ángel y el fuego anuncian que Cristo ha resucitado”.

Visita, que un año más también nosotros, Parroquia de Santa Teresa de Jesús, recibimos con alegría y entusiasmo; “con fe renovada”; con la promesa de ser testigos de la vida inmortal que nos anuncias.

Hemos cantado al recibir Ángel, volveremos a cantar cuando dentro de un rato le despidamos. Permitidme que en esta sencilla reflexión homilética, me dirija a vosotros y al Ángel, utilizando ideas y palabras de este hermoso himno a él dedicado.

Y lo primero que te decimos, ANGEL DE ARALAR, ya en nuestro templo, aquí, entre nosotros, es: gracias por tu presencia y por tu ayuda. Y a continuación, te pedimos que guardes a este pueblo, que sea siempre fiel; que todos enseñados por Ti, aprendamos que la Cruz de Cristo, leño sagrado y bendito, es la fuente de luz y unidad.


Escucha, Miguel Arcángel, nuestra cálida oración. En la que una vez más te pedimos, que ayudados por la Cruz de Cristo y por su fuerza salvadora, venzamos al dragón en las batallas.


Y que, escuchando los mensajes de amor y de paz que traes hasta nosotros, te veneremos siempre, los mayores y los pequeños, los abuelos y los nietos. Todos.


Que la fe que tu guardas en la altura de Aralar y hoy aquí siembras, produzca frutos de verdad y de justicia entre nosotros.


Bendice a Navarra, protege su fe, defiende esta tierra. Que el pueblo navarro, en estos tiempos duros y difíciles que le toca vivir, bajo el lema de Ti aprendido: “nadie como Dios” y por tú intercesión, consiga la gracia de ser fiel a Dios. Queremos ser testigos del Reino de Cristo: viviendo una fe y un bautismo y amando con un solo corazón a todas las gentes.


Y si en algún momento, nuestra vida siente el peso del dolor, despierta en ella, Ángel de Aralar, la virtud de la esperanza. Danos tu protección. Que nuestra fe esté cerca del pobre en su aflicción, y seamos testigos de tu amor. Y en el día, cercano o más lejano, de presentarnos a Dios, todos juntos vivamos la felicidad de la vida eterna.


REFLEXIÓN

En la evangelización de la tierra de los vascones la devoción a San Miguel tuvo su importancia y llegó a constituir, a partir del siglo X, uno de los cultos mayores impulsados por los reyes de Pamplona, junto al tributado a la Virgen María. Por eso, buena parte de las más antiguas iglesias y ermitas del reino se pusieron bajo la advocación del príncipe de la celestial milicia.




CAMINO

 
562 Ten confianza con tu Ángel Custodio. —Trátalo como un entrañable amigo —lo es— y él sabrá hacerte mil servicios en los asuntos ordinarios de cada día.









lunes, 13 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA

¡Cuántas cosas aparecen a nuestro alrededor! Se trata de fijarnos en ellas, aprender de ellas y usar bien de ellas. Desde lo pequeño a lo grande, todo es bueno, si bien lo usamos. 



DÍA 13 DE JUNIO DE 2011

Para acceder al pórtico de la Parroquia de Santa Teresa de Jesús, hay que subir tres peldaños por una sencilla escalera de cemento. Al lado derecho de estos “tres banzos”, existe una sencilla barandilla, pintada de blanco, para que agarrándose a ella, se pueda subirlos con mayor facilidad. Recuerdo, como si fuera hoy, han pasado ya tantos años, cuando desde mi ventana, veía subir a mi padre por esa escalera de cemento, los días que acudía a Misa, que eran todos o casi todos. A mi padre le faltaba una pierna. Por eso se ayudaba de la barandilla. Utilizó casi siempre, una pata de madera. Las ortopédicas, aunque alguna vez las usó, no le gustaron nunca. Le acompañaba siempre mi madre, que al no tener la dificultad de mi padre, subía los tres escalones sin agarrarse a ningún sitio. Ahora, en este mismo lugar, para ayudar a los que tienen alguna dificultad, han construido una pequeña rampa, al lado izquierdo. Por ella suben y bajan, además de los ancianos y ancianas, niños pequeños subidos en sus motos, mozalbetes quinceañeros, llenos de vitalidad y sin miedo. Este pequeño detalle, me hacía recordar, lo hermoso que era y es ver a gente mayor que acude al templo a dar gracias a Dios a través de la mejor de las oraciones: la Santa Misa.



REFLEXIÓN

IDEAS FUNDAMENTALES:

No se trata de "sentir" la Misa, sino de "valorar". La Misa no es una diversión, sino una obligación del cristiano. Una obligación puede ser grata, pero no depende de esto, el cumplirla. Tenemos obligación de dar culto a Dios, todos los que conocemos a Dios. No es suficiente con el culto privado de cada uno, sino que tenemos obligación de dar culto público a Dios (Santa Misa). Vamos a Misa porque amamos a Dios, pero para valorar la Misa hay que conocer lo que significa. La Misa vale más que todo en el mundo, porque el mundo es limitado.  El valor de la Misa es infinito. En la Santa Misa celebramos la muerte en la cruz para redimir a la humanidad. En la Misa actualizamos este acto maravilloso de la redención. Una Misa da más gloria a Dios, que toda la gloria que dan a Dios todos los santos del cielo, incluída la Santísima Virgen. (P. Jorge Loring, S.I.)


CAMINO

528 Una característica muy importante del varón apostólico es amar la Misa







domingo, 12 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA


No siempre que miramos a un lugar apreciamos todo lo que ese lugar nos ofrece. Conviene ir por partes. Poco a poco. Aquí también se puede aplicar el dicho: “el que mucho abarca porque aprieta”.



DOMINGO 12 DE JUNIO DE 2011

Y junto a la papelera verde obscuro, aparece un banco de madera. Dos estrechas tablas sirven de asiento y una más, de respaldo. Las tres, pintadas de rojo, están colocadas sobre unas patas de hierro, color verde, fijas al suelo, lo que hace que el banco sea inmovible y esté asegurada, en este lugar, su permanencia. En este banco singular, quizás por su situación privilegiada, se sientan más gente que en otros bancos de la misma plaza. En él he visto, entre otros: al mendigo que acecha los contenedores próximos por si depositan algún alimento; a la dueña de casa que viene agitada de hacer la compra; al anciano que espera que llegue la hora de comer; a la abuela sacrificada que cuida, con primor, de sus nietos pequeños; al joven que castigado por el paro, lee la última novela publicada; al desgraciado borrachín que bebe a sorbos la penúltima botella de cerveza... Es decir, por este banco de color rojo sobre soporte verde, pasa mucha gente, descansa, toma fuerzas, le da a la vida un respiro. Al escribir estas palabras: “descanso”, “tomar fuerzas”, “darle a la vida un respiro”, pensaba en las soñadas vacaciones. Porque estoy seguro, que en los próximos meses, muchos, todos los que podamos, buscaremos un tiempo de descanso, unos días de relajo, una ocasión de tomar fuerzas. Y me venían también a la cabeza aquellas palabras que Jesús, el Maestro, con cariño y delicadeza divinos, dirigió un día a los discípulos que había elegido para estar con Él y luego enviarlos a predicar: “Venid vosotros solos a un lugar desierto a descansar un poco. Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer” (Mc 6,31). Sé que lo del banco de la plaza es otra cosa. Pero me recuerda el pasaje evangélico de Marcos, y lo agradezco.


REFLEXIÓN

El arte del descanso es una parte del arte de trabajar.
(John Steinbeck)

CAMINO

706 Decaimiento físico. —Estás... derrumbado. —Descansa. Para esa actividad exterior. —Consulta al médico. Obedece, y despreocúpate.
Pronto volverás a tu vida y mejorarás, si eres fiel, tus apostolados.




sábado, 11 de junio de 2011

  1. DESDE MI VENTANA
  1. Existen cosas, algunas muy cercanas a nosotros, que de ordinario nos pasan desapercibidas. Quizás por insignificantes; tal vez, por grandiosas. Creo que todas merecen, que alguna vez, les prestemos atención.  


SÁBADO 11 DE JUNIO DE 2011
Definición de papelera: “Una papelera es un recipiente en el que se depositan papeles usados y otros desperdicios. Puede encontrarse tanto en lugares cerrados (oficinas, hogares, lugares de ocio) como en el exterior (parques, plazas, avenidas, etc.).


Desde mi puesto de observación, es decir desde mi ventana, contemplo varias papeleras. Están colgadas de sendas farolas. Son de color verde obscuro. No son muy grandes. La parte inferior sirve para depositar papeles, pequeños desperdicios. La parte superior, semejante a una visera, es para que no penetre el agua o la nieve en su interior, cuando llueve o nieva.  La finalidad, pues, de las papeleras es mantener la calle limpia y servible, bonita. En más de una ocasión, con cierta parsimonia,  he depositado en su interior algún un papel viejo, boletos de rifa o lotería ya pasados. De esta manera, con un pequeño esfuerzo, he contribuido a que  la plaza siga limpia, la calle curiosa y la ciudad más bonita.  De vez en cuando, llega el barrendero del barrio y vuelca la papelera en su carro de basura. De este modo el instrumento queda de nuevo servible. Así ocurre en la vida: cada día depositamos en la papelera de nuestra conciencia pequeños defectos, acciones negativas, pingajos. Llega la noche y en un breve examen, lleno de dolor, volcamos todo lo acumulado durante el día. Una vez a la semana limpiamos mejor "nuestra papelera"; y una vez al año la damos un fregado más intenso. Y así, nuestra alma queda limpia, curiosa, servible, como las calles y las plazas de las ciudades. ¡Benditas papeleras y bendito vuelco diario!


REFLEXIÓN
En las cosas pequeñas se esconden las lecciones más grandes. Si pudiéramos mirar más que sólo ver. Si pudiéramos escuchar más que sólo oír...




CAMINO

817 La santidad "grande" está en cumplir los "deberes pequeños" de cada instante.







viernes, 10 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA

Para ver bien las cosas, además de tener buena vista, hay que mantener una distancia determinada desde el lugar del observador y la cosa observada. Son normas elementales.


VIERNES, 10 DE JUNIO DE 20011

Desde mi ventana veo, aunque con dificultad, unas letras, que sobre el saliente de un edificio, anuncian algo. Ahora sé que anuncian el titular, en este caso, la titular de un templo católico. En concreto, de una Parroquia dedicada a la andariega castellana, Santa Teresa de Jesús. Y veo esas letras con dificultad, primero por la distancia, pero también porque son de tamaño pequeño. Hechas de hierro obscuro, colocadas sobre fondo también obscuro, hacen que el anuncio sirva para poco o nada, porque cuando uno lo percibe con total claridad, ya casi no hace falta. Estás encima. Sólo falta, subir tres escalones, abrir la puerta y entrar en el templo. Y de sopetón, te encuentras presidiendo el retablo, a la Santa de Ávila. Al acabar de escribir estas líneas, me hago esta breve reflexión: “para ser eficaz, no basta con “hacer cosas”; hay que tratar de “hacerlas bien” y procurar que sirvan a lo programado”. Y luego, ser fieles, coronar la obra.


REFLEXIÓN

“El secreto de la eficacia de todos nuestros proyectos es la fidelidad a Cristo”.



CAMINO

324 "Quia hic homo coepit ædificare et non potuit consummare!" —¡comenzó a edificar y no pudo terminar!

Triste comentario, que, si no quieres, no se hará de ti: porque tienes todos los medios para coronar el edificio de tu santificación: la gracia de Dios y tu voluntad.