EN SU PUNTO: NI MÁS NI MENOS
Como era de esperar, la llegada del Papa a Twitter, quizás la más popular, seguida e influyente de las redes sociales, ha suscitado un lógico alud de comentarios y de valoraciones. Y como en tantas otras ocasiones, también los extremismos, de un signo y de otro, han surgido por doquier.
No cabe duda del éxito mediático de la iniciativa. Son ya cerca de dos millones los seguidores directos del twitter papal. Como fue un éxito, de estos parámetros externos y cuantificables de cifras, impactos y audiencias, la puesta en escena de la cuenta, tanto el lunes 3 de diciembre como después el miércoles día 12 cuando, al mediodía, Benedicto XVI comenzó a responder y a enviar sus primeros tweets.
Para algunos, se ha reinventado la pólvora, la Iglesia apuesta, por fin, por la modernidad y ha comenzado una nueva etapa en la historia de la evangelización. Otros, sin embargo, creen que también el Papa ha caído en esta reciente “trampa” de las redes sociales, con toda su carga de instantaneidad y, al menos a veces, de banalización, simplificación y cultivo de lo efímero. Nosotros pensamos que, como en tantas ocasiones, la verdad, la justeza, en este caso del Twitter del Papa, está en su punto medio.
“Naturalmente –escribió el padre Lombardi, nada más lanzarse la cuenta papal en la citada red social- el mundo no se salvará a ritmo de tweets. Pero sobre los más de mil millones de bautizados católicos y sobre los siete mil millones de habitantes del mundo, algunos millones de personas podrán también por este medio sentir al Papa más cerca”, diciéndoles una palabra, brindándoles una chispa de sabiduría evangélica y humana que llevar en la mente y en el corazón. En suma, apostilla el portavoz vaticano, el Twitter del Papa es “una nueva forma de servicio al Evangelio”.
Y esta es, también a nuestro juicio, la clave: servir al Evangelio y servirlo con y por todos los medios. Y así, por referirnos solo a la Santa Sede -basta tener un poco, solo u poco, de memoria historia-, cuando nació la prensa escrita, el Papa de turno, se sumó a ella, y hasta pioneramente, como lo prueban La Civilta Cattolica y L´Osservatore Romano. El mismo Marconi, el padre de la radio, fue quien puso en marcha Radio Vaticana. Cuando la televisión se hizo la dueña de los medios, de los hogares y hasta de las mismas conciencias, nació el Centro Televisivo Vaticano. Y tras la irrupción de internet, llegaron, primero, www.vatican.va y después el portal news.va
Claro que Twitter tiene sus riegos. Ya lo apuntábamos antes. Pero son riesgos que hay correr, y que hay incluso que intentar pulir y purificar desde dentro, porque el medio es legítimo -es también un nuevo “inter mirifica”…- y el fin –servir, acompañar y evangelizar-, lo es todavía más.
Dicho, pues, con otras palabras: no solamente es un acierto que el Papa esté en las redes sociales, sino una necesidad, un deber. Lo absurdo y lo inconveniente sería no estar. Pero de ahí a la simplificación de pensar y de afirmar a bombo y platillo que estamos ante un “nuevo acontecimiento planetario” y a la solución de todos nuestros males, dista otro abismo.
PINCHA AQUÍ
http://www.youtube.com/watch?v=9AI1eFJd5Q0
Como era de esperar, la llegada del Papa a Twitter, quizás la más popular, seguida e influyente de las redes sociales, ha suscitado un lógico alud de comentarios y de valoraciones. Y como en tantas otras ocasiones, también los extremismos, de un signo y de otro, han surgido por doquier.
No cabe duda del éxito mediático de la iniciativa. Son ya cerca de dos millones los seguidores directos del twitter papal. Como fue un éxito, de estos parámetros externos y cuantificables de cifras, impactos y audiencias, la puesta en escena de la cuenta, tanto el lunes 3 de diciembre como después el miércoles día 12 cuando, al mediodía, Benedicto XVI comenzó a responder y a enviar sus primeros tweets.
Para algunos, se ha reinventado la pólvora, la Iglesia apuesta, por fin, por la modernidad y ha comenzado una nueva etapa en la historia de la evangelización. Otros, sin embargo, creen que también el Papa ha caído en esta reciente “trampa” de las redes sociales, con toda su carga de instantaneidad y, al menos a veces, de banalización, simplificación y cultivo de lo efímero. Nosotros pensamos que, como en tantas ocasiones, la verdad, la justeza, en este caso del Twitter del Papa, está en su punto medio.
“Naturalmente –escribió el padre Lombardi, nada más lanzarse la cuenta papal en la citada red social- el mundo no se salvará a ritmo de tweets. Pero sobre los más de mil millones de bautizados católicos y sobre los siete mil millones de habitantes del mundo, algunos millones de personas podrán también por este medio sentir al Papa más cerca”, diciéndoles una palabra, brindándoles una chispa de sabiduría evangélica y humana que llevar en la mente y en el corazón. En suma, apostilla el portavoz vaticano, el Twitter del Papa es “una nueva forma de servicio al Evangelio”.
Y esta es, también a nuestro juicio, la clave: servir al Evangelio y servirlo con y por todos los medios. Y así, por referirnos solo a la Santa Sede -basta tener un poco, solo u poco, de memoria historia-, cuando nació la prensa escrita, el Papa de turno, se sumó a ella, y hasta pioneramente, como lo prueban La Civilta Cattolica y L´Osservatore Romano. El mismo Marconi, el padre de la radio, fue quien puso en marcha Radio Vaticana. Cuando la televisión se hizo la dueña de los medios, de los hogares y hasta de las mismas conciencias, nació el Centro Televisivo Vaticano. Y tras la irrupción de internet, llegaron, primero, www.vatican.va y después el portal news.va
Claro que Twitter tiene sus riegos. Ya lo apuntábamos antes. Pero son riesgos que hay correr, y que hay incluso que intentar pulir y purificar desde dentro, porque el medio es legítimo -es también un nuevo “inter mirifica”…- y el fin –servir, acompañar y evangelizar-, lo es todavía más.
Dicho, pues, con otras palabras: no solamente es un acierto que el Papa esté en las redes sociales, sino una necesidad, un deber. Lo absurdo y lo inconveniente sería no estar. Pero de ahí a la simplificación de pensar y de afirmar a bombo y platillo que estamos ante un “nuevo acontecimiento planetario” y a la solución de todos nuestros males, dista otro abismo.
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