PRIMERA HOMILÍA
DEL PAPA
"En
estas tres lecturas veo que hay algo en común: es el movimiento. En la primera
lectura, el movimiento en el camino; en la segunda lectura, el movimiento en la
edificación de la Iglesia;
en la tercera, en el Evangelio, el movimiento en la confesión. Caminar,
edificar, confesar.
Caminar.
«Casa de Jacob, venid; caminemos a la luz del Señor» (Is 2,5). Ésta es la
primera cosa que Dios ha dicho a Abrahán: Camina en mi presencia y sé
irreprochable. Caminar: nuestra vida es
un camino y cuando nos paramos, algo no funciona. Caminar siempre, en presencia
del Señor, a la luz del Señor, intentando vivir con aquella honradez que Dios
pedía a Abrahán, en su promesa.
Edificar.
Edificar la Iglesia. Se habla de piedras: las piedras son consistentes; pero
piedras vivas, piedras ungidas por el Espíritu Santo. Edificar la Iglesia, la
Esposa de Cristo, sobre la piedra angular que es el mismo Señor. He aquí otro
movimiento de nuestra vida: edificar.
Tercero,
confesar. Podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar muchas cosas, pero
si no confesamos a Jesucristo, algo no funciona. Acabaremos siendo una ONG que
da pena, pero no la Iglesia, Esposa del Señor. Cuando no se camina, se está
parado. ¿Qué ocurre cuando no se edifica sobre piedras? Sucede lo que ocurre a
los niños en la playa cuando construyen castillos de arena. Todo se viene
abajo. No es consistente. Cuando no se confiesa a Jesucristo, me viene a la
memoria la frase de Léon Bloy: «Quien no reza al Señor, reza al diablo». Cuando
no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la
mundanidad del demonio.
Caminar,
edificar, construir, confesar. Pero la cosa no es tan fácil, porque en el
caminar, en el construir, en el confesar, a veces hay temblores, existen
movimientos que no son precisamente movimientos del camino: son movimientos que
nos hacen retroceder.
Este
Evangelio prosigue con una situación especial. El mismo Pedro que ha confesado
a Jesucristo, le dice: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Te sigo, pero
no hablemos de cruz.
Esto no tiene nada que ver. Te sigo de otra manera, sin la cruz. Cuando
caminamos sin la cruz, cuando edificamos sin la cruz y cuando confesamos un
Cristo sin cruz, no somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos,
sacerdotes, cardenales,
papas, pero no discípulos del Señor.
Quisiera
que todos, después de estos días de gracia, tengamos el valor, precisamente el
valor, de caminar en presencia del Señor, con la cruz del Señor; de edificar la
Iglesia sobre la sangre del Señor, derramada en la cruz; y de confesar la única
gloria: Cristo crucificado. Y así la Iglesia avanzará.
Deseo
que el Espíritu Santo, por la plegaria de la Virgen, nuestra Madre, nos conceda
a todos nosotros esta gracia: caminar, edificar, confesar a Jesucristo
crucificado. Que así sea".
PARA ESCUCHAR
1 comentario:
Muy agradecida de las primeras palabras del papa
Le he leido con mucho gusto que recemos mucho por el
su feligresa
Meme
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