LA SEMANA SANTA,
SINO ES DE ORACIÓN
La Semana
Santa no es, no debe ser, como cualquier semana del año. Y no lo digo porque
haya unas vacaciones y unas procesiones. En la Semana Santa celebramos los
grandes Misterios de la Vida del Señor, los Misterios Dolorosos y
Gloriosos.
Y esta
Semana, o es una semana de oración, o no es nada. Por esta razón he pensado
ofrecer unas pautas que sirvan de reflexión para valorar lo que debe ser una
familia cristiana: una Comunidad de vida y amor en donde se ore juntos.
Me sirvo de
la valiosa aportación que nos dejó el Padre Slavko, fraile franciscano
experto en vida interior, que perdió su vida cuando terminaba con un grupo de
peregrinos el Vía Crucis en la cima del monte Krizevac (Monte de la Cruz) en
Medjugorje. He visitado muchas veces su sepultura, que siempre está acompañada
de fieles que oran, y adornada cada día con flores frescas.
Entre sus
muchos libros, hay uno que tiene para mí un valor especial. Se titula “Oren
juntos con un corazón gozoso” (Editado por Informativni Centar "Mir"
Medjugorje, año 2002). De él tomo lo que expongo en este post.
Meditar, y
poner en práctica sus enseñanzas, es el mejor homenaje que se le puede hacer a
un hombre de Dios que guió a muchos grupos de oración. Estas son sus palabras:
Muchas
personas a menudo me preguntan: ¿Qué es un grupo de oración y cómo hay que
guiarlo? He dado respuestas de diversos géneros con las cuales he pretendido
ayudar a los peregrinos a poner en práctica su buena voluntad y resolución.
"Yo
les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo,
sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; porque donde dos o tres s
reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos." (Mateo 18, 19-20)
He aquí que
ya desde un punto de vista bíblico, la oración en común tiene una fuerza
especial.
Si somos
conscientes de que la oración es un diálogo con Dios, al mismo tiempo es
necesario saber que ésta posee un vocabulario, una gramática y un contenido
propios en los cuales, como en cualquier otro idioma, es necesario ejercitarse
bien.
Cuando aprendemos
una lengua extranjera y queremos dominarla, debemos hablarla también con otros,
porque sin este diálogo no es posible aprenderla. Pero para poder hablar con
otros hay que ejercitarse y estudiar las palabras y la gramática.
Lo mismo se aplica también a la oración. A
fin de que el hombre aprenda a orar bien debe orar con otros pero, para poder
orar con otros, debe hacerlo también solo. La oración personal es la condición
esencial para la oración en común y ésta última ayuda al hombre a orar solo.
Quien
ora únicamente cuando está con otros, no puede crecer en la oración y quien no
participa en la oración en común, solo y alejado de los demás, corre el peligro
de aprender jamás a orar correctamente.
La familia
es el primer grupo de oración. Los padres deben orar con los hijos y los hijos
con los padres. Así como es imposible concebir una familia en la que no se
dialoga, de la misma manera es imposible concebir una familia cristiana sin la
oración en común. Esto es igual de importante para los padres como para los
hijos.
La Madre
Teresa decía: "¡La familia que ora permanece unida y la familia que
permanece unida crece en el amor!" Desde un punto de vista educativo es
importante que los hijos vean orar a sus padres y que aprendan a orar con
ellos. Todos sabemos que en el crecimiento de un niño hay una fase en la que él
ve a su propio padre como el individuo más inteligente y más fuerte del mundo y
esto es importante para el su desarrollo personal. Pero cuando ve que su papá
une sus manos y ora, comprende, aún cuando no sea de manera consciente, que
existe Alguien que es más alto, que es más fuerte, más inteligente y más rico
que su papá. De este modo, el corazón y el alma del niño se abren a una
experiencia sobrenatural y se preparan al encuentro con Dios Padre que es
omnipotente y trasciende a cualquier criatura humana. Y también es muy
importante que los padres oren junto con sus hijos, que el papá sea activo en
la oración y que en la familia se ore de manera regular.
Si los
padres no oran con sus hijos, será difícil esperar que los hijos lo hagan
después.
Hoy, cuando
se oye decir que lo jóvenes no oran, esto es una triste indicación de que los
padres no han llevado una vida de oración. Durante el crecimiento de los chicos
se manifiesta una crisis de oración y esto es totalmente normal, porque las
crisis son situaciones ligadas al crecimiento y en este ámbito ellos deben
elegir la oración personal y el encuentro personal con Dios. Esta etapa
puede durar bastante tiempo, pero ahí donde los padres oran con los hijos, los
hijos son capaces de superar cualquier crisis y se convierten en creyentes más
maduros.
Todas las familias deben orar en todo tiempo,
independientemente de la edad de los hijos. Y es que ellos comprenden las cosas
y los acontecimientos y perciben las situaciones familiares aún antes de nacer.
Aún cuando no entiendan de qué se trata y no puedan mantenerse quietos a la
hora de orar, hay que enseñarles a respetar este momento.
Quien ora en familia logra también insertarse
más fácilmente en un grupo de oración. Los grupos de oración son esenciales
para el crecimiento en la fe de los niños y los jóvenes. Sería muy peligroso
que los padres no permitieran a sus hijos reunirse con sus propios amigos y
compañeros de su edad fuera de casa. De ese modo estarían obstaculizando su
sano desarrollo y no los prepararían para su ingreso en la vida. Asimismo sería
peligroso para el desarrollo de los hijos en la fe, si no participan en un
grupo de oración fuera de la propia familia.
Así pues, es esencial que las familias se
reúnan a orar con los hijos. No importa que sean pequeños porque es importante
que ellos vean como la familia y ellos como niños oran juntos amigablemente. Si
una familia no visitara a otra en compañía de sus hijos, los privaría de una
experiencia vital para su crecimiento. De igual modo, una familia que no visita
a otra para reunirse a orar, pone en riesgo el crecimiento en la fe de sus
propios hijos.
Mientras los padres oran, si los niños son
pequeños debe permitírseles jugar porque de todos modos se tratará siempre de
una importante experiencia religiosa para ellos.
A la pregunta general de cómo orar y cómo
guiar un grupo de oración, hay que responder recalcando sobre todo que el grupo
de oración es un grupo de amigos. Nadie de nosotros pregunta cómo hay que
encontrarse con un grupo de amigos, porque todos lo sabemos bien. Con los
amigos se habla, se canta, se escucha, se llora, se ríe y se goza, según las
circunstancias. Hay que concebir al grupo de oración del mismo modo. Se trata
de amigos que se reúnen porque son creyentes y de creyentes que se reúnen
porque son amigos. El encuentro de oración tomará forma de acuerdo con el
estado de ánimo de los participantes. Por un lado es una expresión del estado
interior del individuo, pero por el otro, debe ser conducido e inspirado por la
Palabra de Dios.
De ahí la importancia de que en cada grupo de
oración los fieles expresen su condición real y encuentren una respuesta y una
ayuda a la situación existencial personal.
Hasta aquí
la exposición del primer capítulo de este manual de “orar con el corazón”. Como
decíamos, la Semana Santa es una buena ocasión para que la familia ejerza esa
invitación que el Señor nos hace: “Orad siempre, y no cansaros… Cuando dos
o más se reúnen en mi nombre, allí estoy yo entre ellos…” Y a los tres
apóstoles que le acompañaban en el Huerto de los Olivos, les recriminó su sueño
diciéndoles: “¿No habéis podido velar con migo una hora...?
Semana Santa: un tiempo para orar juntos con
el corazón
Tomado de Juan García Inza
Juan.garciainza@gmail.com
1 comentario:
En estos dias quiero desearle austed unos muy vividos en la semana santa su feligresa
Meme
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