Durante la
mañana de este miércoles, el papa Francisco acudió a una nueva cita en la plaza
de San Pedro con los fieles y peregrinos llegados de Roma y del mundo
dispuestos a escuchar su catequesis semanal por el Año de la Fe. Como parte de
su intervención, el santo padre aseguró sus oraciones y cercanía con los
daminificados y familiares de las víctimas del reciente terremoto que afectó al
sur de Irán. El Papa centró su reflexión en el “Sentido y alcance
salvífico de la Resurrección”, preguntando a los presentes acerca del
significado de este hecho para la vida de los cristianos y por qué sin ella,
“es vana nuestra fe”.
Es como
una casa, afirmó, “si los cimientos ceden, toda esta se derrumba”… Hizo
ver que después de que Jesús se ofreció a sí mismo en la cruz, tomando sobre sí
los pecados de la humanidad, con la Resurrección “llega algo nuevo: somos
liberados de la esclavitud del pecado y nos volvemos hijos de Dios, somos
engendrados por lo tanto a una vida nueva”, a través del sacramento del
Bautismo.
Porque
como san Pablo, en la Carta a los Romanos capítulo 8 versículo 15 dice:
"Ustedes han recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace
exclamar:" ¡Abbá, Padre!", también los cristianos deben tener la
seguridad de que Dios “es un padre para nosotros”, subrayó.
Un
padre --Dios, “que nos trata como hijos, nos comprende, nos perdona, nos
abraza, nos ama aún cuando cometemos errores”. Iluminó esta idea con el profeta
Isaías, quien en el capítulo 49, versículo 15 dice que aunque una madre pueda
olvidarse de su hijo, Dios nunca se olvida del hombre.
Un
tesoro nuevo
Contrapuso
esta relación filial con Dios a un tesoro que se entierra, el cual va a “un
rincón de nuestras vidas”. Este don divino es todo lo contrario: debe crecer,
alimentarse cada día por la escucha de la Palabra de Dios, con la oración, la
participación en los sacramentos, especialmente de la Penitencia y de la
Eucaristía, y de la caridad. “¡Podemos vivir como hijos!”, dijo emocionado.
Ante
una dignidad así, de hijos de Dios, Francisco invitó a vivir como depositarios
de tal don, dejando que Cristo “nos transforme y nos haga semejantes a Él”.
Alertó sobre el riesgo de poner al centro a uno mismo, porque esta experiencia
del pecado “daña nuestra vida cristiana, nuestra condición de hijos de Dios”.
Con
toda la atención puesta en sus palabras, los asistentes recibieron un valioso
consejo del santo padre: “No dejarnos llevar por la mentalidad que nos dice:
"Dios no es necesario, no es importante para ti" (porque) es
justamente lo contrario, ¡Dios es nuestra fuerza! ¡Dios es nuestra esperanza!”.
Dios es
fiel
En
medio de estos tiempos de relativismos y vías de escape, el papa invitó a ser
“firmes en la esperanza”, y seguir siendo en el mundo “un signo visible, claro
y brillante para todos”. Y, tal como lo viene repitiendo en estas semanas, hoy
también lo proclamó: “¡El Señor resucitado es la esperanza que no falla, que no
defrauda!” (cf. Rm. 5,5).
Recordó
cómo en la vida del creyente hay esperanzas que se desvanecen, y expectativas
que no se realizan. Pero ante estos eventos, la esperanza de los cristianos
debe ser “fuerte, segura y sólida en esta tierra (..) porque está fundada en
Dios, que es siempre fiel, fiel a nosotros”.
Por
ello recomendó “buscar aún más las cosas de Dios, a pensar más en Él, a rezarle
más”.
Advirtió
que el cristiano no es alguien que se reduce a seguir “órdenes”, sino que
quiere “estar en Cristo, pensar como él, actuar como él, amar como Él”. Hizo
por ello un llamado a dejar que Cristo “tome posesión de nuestra vida y que la
cambie, la transforme, la libere de las tinieblas del mal y del pecado”.
Finalizó
el papa su Catequesis afirmando que todo seguidor del Resucitado, al verse
interpelado a dar “razón de su esperanza”, debe señalar siempre a Cristo a
través de “la proclamación de la Palabra, pero sobre todo con nuestra vida de
resucitados”. Invitó
también al creyente a “ayudar” al mundo con su vida de testigo. Y hacerlo en
medio de un mundo “que a menudo ya no puede mirar a lo alto, que no es capaz de
elevar la mirada hacia Dios”.
Saludos
en español
Ante la
presencia de cientos de fieles venidos de los países de habla española, entre
ellos algunos "hinchas" de su equipo de fútbol favorito, el papa les
dirigió las siguiente palabras:“Saludo
cordialmente a los peregrinos de lengua española, provenientes de España,
Argentina, México y los demás países latinoamericanos.
En
particular, al grupo de las diócesis de Galicia, con sus Obispos, así como a
los sacerdotes del curso de actualización del Pontificio Colegio Español, y al
grupo del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, de Buenos Aires: esto es muy
importante. Invito
a todos a dar testimonio del gozo de ser hijos de Dios, de la libertad que da
el vivir en Cristo, que es la verdadera libertad”.
2 comentarios:
Muchas gracias por proporcionarnos las palabrasdel Santo Padre, Francisco.
Que Dios nos ayude a seguir fielmente la doctrina de la Santa Iglesia.
MUY BIEN TODOS LOS COMENTARIOS DEL SANTO PADRE
QUE DIOS NOS AYUDE A SER FIELES A SUS PALABRAS
SU FELIGRESA
MEME
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