CLASES
DE LATÍN Y DE LITERATURA
Además de las tareas propiamente sacerdotales
que Don Manuel nos había ido confiando a los coadjutores desde los primeros
días de nuestra llegada a la Parroquia, nos proporcionó también otras
actividades, no exclusivamente unidas al
oficio sacerdotal pero servían para abrir nuevos campos de apostolado.
A mi concretamente me habló de la posibilidad
de dar clases de latín y literatura en una Academia particular de Barruelo. Con
total libertad podía aceptar la propuesta
o no aceptarla. Dije que sí.
Así que un buen día, después de desayunar, me
dirigí a la Academia en cuestión. Estaba esta Academia en el Barrio de San Pedro,
al otro lado del río. Se trataba de un pequeño edifico, con varias clases.
El Director se llamaba Fernando. Un profesor
joven, activo, con iniciativas que se había abierto camino de esta manera en
una profesión que le gustaba.
Legué a la hora prevista. Alli estaba Don Fernando
esperándome. Nos presentamos, hablamos del asunto y llegamos a la siguiente
conclusión: daría clase de latín y de
literatura en su Academia. Me señaló los días y las horas y las clases.
Después, seguimos hablando de otras cosas durante un buen rato.
Esta actividad, me sirvió para repasar los
conocimiento del latín y de literatura estudiados en el Seminario. Eran dos
asignaturas que siempre me habían gustado.
Aprendí enseñando y enseñé aprendiendo. Los resultados
fueron satisfactorios. Varios alumnos pudieron formarse mejor y abrirse camino
en la vida.
PARA ESCUCHAR
1 comentario:
TENIA EL COMENTARIO ESCRITO NO SE QUE ME HA PASADO
ME HA GUSTADO MUCHO SU POSTURA SE FELIGRESA
MEME
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